Ruta 0165.-El Sabinar, La Valareña, El Bayo, Torres del Bayo

 

 

 

Ruta  0165.-El Sabinar, La Valareña, El Bayo, Torres de la Corona del Bayo.

 

El 9 de noviembre llevo en  el Sabinar 15.982 kilómetros.

El Sabinar es uno de los pueblos de colonización de las Cinco Villas, `perteneciente a Ejea de los Caballeros. Sus primeros colonizadores, fueron en su mayoría aragoneses, éstos llegaron el 20 de noviembre de 1961. Tradicionalmente sus tierras fueron pasto de ganado. La gran cantidad de sabinas del terreno dieron su nombre al pueblo. Su casco urbano se asienta sobre la margen derecha del Río Rigeuel. La zona presenta gran interés ornitológico y está cercano a bellos parajes naturales como la Estanca del Sabinar, La Estanca de Escorón, La Plana de la Negra o la Ermita de Nuestra Señora de la Bardena.

Terminada mi breve visita al Sabinar parto por la carretera A-1208 hacia La Valareña.

En el kilómetro 4,59, paso por el desvío a Santa Anastasia, situado a mi derecha de la marcha.

En el kilómetro 9,90, llego a La Valareña.

La localidad de la Valareña toma su nombre del barranco que discurre junto a ella. Pueblo de colonización, ubicado a 15 kilómetros de Ejea de los Caballeros y a 6 y 12 kilómetros de la Bardena Negra y Blanca, bellos parajes naturales. Colonizado en 1962 por agricultores aragoneses, tuvo inicios difíciles debido al salitre de sus tierras. Hoy su población vive principalmente de la agricultura, especialmente del cultivo de arroz. Su iglesia presenta una esbelta torre de ladrillo de cuatro caras. Entre las piedras utilizadas en la construcción del poblado se han descubierto fósiles de origen terciario.

En el kilómetro  11,83, abandono la carretera A-1208 por la derecha para dirigirme a El Bayo.

En el kilómetro  18,50, conecto con la carretera A-1203 y llego a El Bayo.

A comienzos de 1959 (se inauguró el 8 de Abril de 1959) llegan los primeros colonos de Ejea, Uncastillo, Biota, Núevalos, Carenas, Farasdués, Rivas y Gallur entre otros, de los que prácticamente la mitad provenían de Tiermas. Tomó por nombre el del antiguo poblado de El Bayo, que ya data del año 1100. En 1146, Ramiro II, apodado El Monje, fundó en ese lugar un Monasterio cisterciense y unidos a esas ruinas, existen unos importantes restos románicos, de lo que fuera aquel poblado medieval, arrasado en 1380 por los enfrentamientos navarro-aragoneses. Es muy conocido visualmente por el lugar predominante que está asentado, y conocido por "Las torres del Bayo". Los lotes debían estar sembrados sobre noviembre-diciembre de 1958, destacando en sus comienzos el fuerte auge del cooperativismo pero término fracasando a causa del Instituto., así como también fracasaron los canales de comercialización de las frutas, aves etc. por el contrario lo que si funciono fue la comercialización de leche. La superficie de influencia que abarcaba era de 3.567 hectáreas procedentes de los municipios de Ejea y Biota y las viviendas eran 165 con una población de 114 colonos (las familias procedentes de Tiermas eran 55).

En el kilómetro  21,89, abandono la carretera, para continuar por pista situada a  la derecha, y que se dirige hacia las Torres del Bayo, que veo en la lejanía. El camino discurre entre campos de arroz, que sumado am las continuas lluvias, transformaron este tramo en un lodazal.

En el kilómetro 26, llego por fin a la base de los dos cerros en que están divididas estas ruinas medievales.

La historia de estos edificios es muy confusa. La primera documentación sobre El Bayo (Illo Baio) la encontramos en julio de 1110 en la Carta de Población de la localidad de Ejea de los Caballeros otorgada por el rey Alfonso I, en el que delimita su término municipal, en la que aparece “Baio” como el límite territorial de la mencionada Villa.

 No tenemos que olvidar que a principios del siglo XII en la zona de las Cinco Villas se fueron construyendo una serie de castillos para defender el terreno conquistado tras la toma en 1105 de la villa de Ejea por el rey Alfonso I, y así consolidar el avance aragonés por el valle del Arbas y el valle del Ebro. No sería de extrañar que alguno de los edificios que vamos a tratar daten de esa época. 

Parece ser que en este emplazamiento pudo existir un monasterio cisterciense que, como según cita en 1886 el historiador José Mª Quadrado, fue fundado hacia 1146 por Ramón Berenguer IV, esposo de Petronila de Aragón, hija del rey aragonés Ramiro II. En él se instalaron monjes franceses provenientes del Bearn. En 1196 se nombra como tenente de los castillos de Luna y El Bayo a Eximino de Rada. En 1204 uno de los representantes del lugar aparece firmando un hermanamiento con las Comunidades a las que el rey navarro había concedido el privilegio de explotar las Bardenas Reales de Navarra (Libro XX de los Anales de Navarra, capítulo IV, pág. 64).

 José Rius en su obra “Rationes Decimarum Hispaniae (1279-1280) afirma que en 1280 en el lugar existía una “iglesia de los monjes”. Jerónimo Zurita en sus Anales aporta que en 1289 Alfonso III de Aragón, antes de su enfrentamiento con Francia y Navarra, mandó proteger a los habitantes de El Bayo. Este mismo monarca donó el lugar, a pesar de la oposición popular, a don Jimeno de Urrea, agradecido por el apoyo brindado en los conflictos que mantenía en esa época. En el año 1348 estalló el enfrentamiento de los Unionistas (nobles) contra los realistas (partidarios del rey Pedro IV), uno de los que se enfrentaron con el rey fue don Juan Ximénez de Urrea, señor de Biota y El Bayo, que murió en la batalla de Épila, donde el ejército Unionista fue derrotado. El rey en castigo por su traición arrebató los dominios a la familia Urrea, donando el 11 de febrero de 1353 el lugar de El Bayo a Pedro de Jérica de Lauría, barón de Cocentaina, en reconocimiento por la ayuda prestada en la Guerra de los Dos Pedros (contra Pedro IV de Castilla).

 Años más tarde, el 28 de febrero de 1360, el rey donó El Bayo a otro Juan Ximénez de Urrea, noble con el mismo nombre pero perteneciente a una rama diferente, la de los señores de Alcalatén. Pedro IV quiso agradecerle su fidelidad durante toda la contienda. Esta rama entroncaría posteriormente con los condes de Morata, a quienes pertenecía el lugar en 1488.

 Pero de todas estas noticias la más trascendente sucedió en 1380. El monasterio que existía en este lugar fue “arrasado por la traición de los monjes”, ya que éstos se posicionaron a favor del rey de Navarra. El rey aragonés enojado por esa “traición”, los expulsó del lugar. A ciencia cierta no se conoce el por qué “Las Torres del Bayo” fueron paulatinamente deteriorándose. Lo más seguro es que esta expulsión provocara el abandono de todo el conjunto, y la no conclusión de la iglesia que había sido comenzada.

En 1514 figura como propiedad de Miguel Ximénez de Urrea y Toledo, segundo conde de Aranda. Este condado anteriormente a 1600 englobaba la Comarca de Aranda, la Comunidad de Calatayud y Valdejalón, y las poblaciones de Biota y El Bayo que formaban el vizcondado de Biota, del que eran titulares desde 1514.  En 1610 aparece como propiedad de Baltasar de Mur, aunque en total abandono, tal y como describió el geógrafo portugués Juan Bautista Labaña, en su obra: Itinerario del Reino de Aragón dice lo siguiente: “Lugar do Conde de Aranda, destruido passa p.r elle my o rio Riguel que entra em Larba antes de escoron”. En 1785 pasó a ser señorío secular. Hoy en día es propiedad particular.

 En el cerro situado más al este, se sitúa la impresionante estructura de la conocida como “Iglesia Volada”. El nombre le es dado porque en 1925 su propietario la dinamitó sin ningún tipo de miramiento para utilizar sus sillares y construir una presa en el cercano río Rigel para favorecer el riego de sus tierras. Para llegar a ella abandoné la bici a los pies del cerro, y  subí la loma a pie, la loma está muy empinada y no hay senda, sino que fui buscando las mejores zonas para ascenderla por intuición. 

Antes de llegar a los restos de la iglesia, paré ante lo que me pareció un pozo, donde crecía una higuera, pero no, porque esta construcción subterránea está cubierta por una bóveda de cañón. 

A continuación y emocionado ante lo que veo, me siento a contemplar la impresionante estructura (O lo que queda de ella) de la "Iglesia Volada" “En donde se levanta la gran portada semienterrada. Tanto que hay que entrar al interior acachado, porque la portada se encuentra medio hundida en el terreno. Presenta dos arquivoltas en bocel que apoyan en capiteles con motivos vegetales muy sencillos. En el centro un magnífico tímpano sustentado por dos ménsulas decoradas con un león y un bóvido muy deteriorados. Y el tímpano está rajado casi en su mitad, por lo que hay peligro de desprendimiento (y con ello se derrumbará el resto de la fachada). En el centro del citado tímpano, el crismón trinitario  sustentado por la cabecita de un ángel. A la derecha un árbol y sobre él, el sol (Dios); y a la izquierda motivos vegetales y una mano abierta, y sobre ellos la luna (la iglesia). Este crismón tiene similitudes con los de la iglesia de Puilampa (Sádaba) y el de la Virgen de la Concepción de Cambrón; bien pudiera corresponder al mismo autor: “Bernardus” (el cual realizó el de Puilampa en 1191).

En la parte superior central de la fachada  se encuentra el único vano decorado. La ornamentación es interior y exterior a base de bolas y motivos vegetales.  A la izquierda de la fachada se eleva un pequeño torreón, al que se accedía por el vano situado en ese mismo lado, tanto por el exterior como por el interior. En este lado vemos la pequeña torre, que García Omedes llama “Torre-antorcha”, y que servía de referente visual, ya que en ella se debían encender hogueras y hacer las funciones de un faro.

Los dos únicos muros que conserva esta construcción son el de poniente (fachada) y el meridional (sur), a la derecha mirando a la fachada.  La fachada meridional es totalmente compacta, en ella no se abren vanos de iluminación, destacando los robustos y altos contrafuertes.

En el interior de la edificación se ve perfectamente el daño sufrido al volarla. Con toda la seguridad las cargas de dinamita se colocaron en la cabecera, ya que toda esa parte y la nave han desaparecido.

En el interior de la fachada occidental se puede ver con más claridad los cinco vanos de la fachada, y los daños sufridos por la bárbara voladura. Da sensación de desorden, ya que la distribución es totalmente anárquica. A la izquierda se abre una ventana en arco de medio punto que se corresponde con la que queda debajo de la trompa que refuerza la torre. En la parte superior dos vanos simétricos en arco de medio punto, y sobre el de la izquierda otro vano de medio punto más pequeño, que es el que está decorado con flores y bolas.

Hay que tener en cuenta que esta iglesia sufrió un gran deterioro, lo que significa que muchas estructuras que conformaban el templo desaparecieron, de ahí quizás la anarquía en la distribución de los vanos de esta fachada. Algunos podrían ser puertas que daban acceso a estancias o elementos no conservados. En el exterior de la fachada contemplo dos vanos simétricos en arco de medio punto, que al exterior son aspillerados y al interior con derrame. Y sobre ellos el precioso vano decorado con bolas y flores.

En el extremo izquierdo de la fachada exterior se encuentra la llamada “torre-antorcha”.  Vista desde el interior de la nave esta torre antorcha es uno de los elementos más interesantes de esta iglesia, ya que se eleva sobre una curiosa trompa. Una solución para reforzar el muro, no conocida en otra obra de la zona. Bajo la trompa se sitúa la puerta de entrada a la torre y a la escalera de caracol por la que se accedía a ella.

El muro oeste, del que ya hemos comentado, no tiene ningún punto de iluminación. En él vemos adosadas semicolumnas con capiteles decorados con palmetas. Sobre ellos arrancaban los arcos fajones que sustentaban la cubierta.

Si quiero ver el resto del conjunto situado en el cerro norte, debo descender hasta la vaguada y subir el otro . Una vez arriba lo primero que veo es el conjunto de dos  edificios o iglesias contrapuestos entre sí y de estilos diferentes. Una “La Iglesia Inconclusa”  de estilo tardorománico   y los restos de una nave románica. Yo por mucho que le dí vueltas a la cabeza, aún no comprendo el sentido de construir dos edificios religiosos  uno enfrente de otro,  y contrapuestos, a no ser y esto es una conclusión mía , (que puede ser descabellada o no). La iglesia inacabada la tardorománica se fue construyendo hacia la nave románica, absorbiéndola (fagocitándola) conforme avanzaba la construcción y de esta forma no paralizar el culto religioso.

En su interior el ábside es amplio, decorado con molduras que rodean los vanos que se abren en él, algunos muy deteriorados, separados por pequeñas columnas desde las que arrancan los nervios de la bóveda que cubría el ábside. La utilización de este sistema de refuerzo de la bóveda con nervios radialmente colocados y apeados “en el arco fajón presbiterial”, también lo podemos ver en algunas iglesias de esta zona: Puilampa, Sádaba, Sos…

Al elevar la vista hacia la bóveda del ábside, se ve la delicadeza y perfección de los nervios que reforzaban la bóveda.

Se ven dos vanos con derrame interior, moldurados y decorados con una imposta con motivos dientes de sierra, que aún se conservan separados por una columna. Así  cómo en algunos sillares marcas de cantero. En el muro de los pies altas columnas con capiteles decorados con motivos vegetales de palmetas.

La nave románica parece que forma parte de la misma. Pero no es así. Son edificios totalmente diferentes, de épocas distintas  y situadas a diferentes alturas, y no conserva ni el ábside, ni la portada. Ésta se abriría en el muro sur; actualmente cubierta de piedras. Se trata de una nave rectangular cubierta con bóveda de cañón construida en piedra, que apoya en arcos fajones y de la segunda mitad del siglo XII. El ábside, que con seguridad tendría, no se conserva. Hoy es un muro recto en el que se ven abiertas una serie de hornacinas bajo el vano que se abre en él. Se desconoce a qué edificio pudo pertenecer, pero con seguridad formaba parte del primitivo monasterio fundado por Ramón Berenguer en 1110.

Al  dirigirme hacia los torreones,  y darme la vuelta veo en todo su esplendor el  ábside poligonal de la "Iglesia Inconclusa". Tiene cinco paños separados por contrafuertes. Exteriormente solo se conserva una ventana casi entera,  un vano con sencilla arquivolta y capiteles, las demás están muy deterioradas y en su origen fueron saeteras. Como se puede apreciar de éstas  el único vano que se conserva es el central, el resto son aspillerados

A unos doscientos  metros de estas dos iglesias se encuentran las  dos torres, situadas al noroeste de la loma. Tienen planta circular y presentan una excelente sillería. Sus portadas quedan enfrentadas y a ras de suelo. En realidad se desconoce el uso que pudieron tener, para algunos pudieran ser antiguos molinos de viento, para otros se tratan de torres de vigilancia. Parecen los restos más antiguos de todo el conjunto, fechables a principios del siglo XII. Estas  dos torres  están enfrentadas  entre sí  y orientadas hacia Navarra y  ambas han perdido la techumbre que las cubría.

La torre situada más al sur, más cercana a la Iglesia Inacabada, es mayor que la anterior. Su  puerta de acceso se encuentra enfrentada a la de la otra torre. El vano está formado por un dintel semicircular que apea en dos modillones. Por encima de ella y totalmente descentrado se abre un pequeño vano cuadrado.

El torreón situado más al norte es el de menor tamaño. La portada de acceso al interior se abre en el lado sur y a nivel del suelo. Se trata de un arco de medio punto dovelado, actualmente partido por la erosión. Por encima se abre un vano adintelado. En sus muros interiores podemos observar una serie de mechinales que bien pudieran haber servido para apoyar algún madero. También se abre una saetera en la parte superior que está enfrente del vano adintelado que hemos visto en el exterior. Es posible que se cubriera con falsa cúpula teniendo en cuenta la disposición de las últimas hiladas de sillares. En el  Interior de ambas torres  encontramos  los agujeros para apoyar maderos o vigas.

Una vez más contemplo con amargura el abandono y la desidia de nuestro patrimonio, de nuestra memoria, de nuestro pasado histórico. Yo siempre digo que los aragoneses “somos lo que somos, por lo que fuimos, ” .

Una vez disfrutado de estas maravillosos vestigios medievales, inicio el regreso por pista , en dirección  sur, buscando conectar con la carretera que va de  Ejea de los Caballeros a la Valareña.

En el kilómetro  30,57, conecto con la mencionada carretera, A-125.

En el kilómetro 35, estoy de nuevo en La Valareña, donde tomo la carretera  A-1208, hacia El Sabinar.

En el kilómetro  43,91, estoy de regreso en el Sabinar, principio y final de la etapa de hoy.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

Serafín Martín.

Fuentes propias y:

http://www.ejea.es/area.php/pueblos-y-barrios

https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/2018/09/14/La-Corona-del-Bayo-Zaragoza