Ruta 0128.-  Por el Sobrarbe. Ainsa, El Grado, Guaso, Marguagued., Monasterio de Boltaña, y  Boltaña.

 

El  9 de Noviembre de 2015 llevo 11.274 kilómetros.

 

La ruta de hoy comienza en la localidad  Oscense de Ainsa.

El tiempo acaricia con sus largos dedos de sabio protector de las piedras de un país de leyenda, que hunde sus raíces en tiempos remotos. Los primeros pobladores habitaron los abrigos y covachas de este entorno prodigioso, y con el paso del tiempo fueron dando forma humana a uno de los enclaves más hermosos del Pirineo. Piedra sobre piedra, camino a camino, nombre a nombre…las diferentes culturas que habitaron estas tierras dejaron su huella singular. 

Celtas, romanos, musulmanes, cristianos…una historia de diversidad y riqueza que convierte la visita a la villa de Aínsa en un asombroso viaje en el tiempo, lleno de color y sembrado de maravillosas sorpresas. 

Paseando por las viejas calles de la villa, declarada Conjunto Histórico- Artístico en 1965, disfrutaremos del calor de sus gentes y de la belleza de un entorno con claro sabor medieval. 
Sus viejas calles, su castillo (S. XI - XVII), la muralla y sus puertas, la plaza Mayor, la iglesia de Santa Maria (S. XII), declarada Monumento Nacional, o las fachadas de casa Arnal (siglo XVI) y casa Bielsa ( siglo XVI-XVII), son un resumen pétreo de la idiosincrasia de una villa con fuerte personalidad y con un patrimonio cultural fascinante. 

Aínsa, acogedora siempre, ofrece al visitante una amplísima oferta cultural y de ocio. Su enclave privilegiado le convierte en un punto de partida para realizar excursiones a pie o en bicicleta, para montañeros y esquiadores, para cazadores y pescadores que encuentran aquí uno de los pocos rincones vírgenes que quedan en la actualidad, para amantes del arte y de la historia. 

En la explanada próxima al castillo, la Cruz Cubierta (S.XVI) se erige orgullosa como símbolo de los orígenes legendarios de la villa. Conmemora la victoria en el 724 de las tropas cristianas de Garcí Ximénez sobre el ejército musulmán, gracias a la milagrosa aparición de una cruz de fuego en la carrasca. Cada dos años, los ainsetanos rememoran esta gesta protagonizando la representación épico-dramática de La Morisma. 

Sus modernas infraestructuras permiten un acceso cómodo y una estancia cálida e inolvidable en esta hermosa tierra

Villa capital de la comarca oscense de Sobrarbe, a la que organiza; se halla dentro del área de influencia de Barbastro, ciudad de la que dista 68 km. El clima presenta algunas características relacionadas con su situación en la depresión intramontana, entre el Pirineo axial y las Sierras Exteriores, siendo la temperatura media del mes más frío 2,7° C, y 23,5° C la del mes más cálido. Las precipitaciones ascienden a 1.000 mm. Anuales. Se encuentra emplazada a 589 m. de altura, en un promontorio sobre el Cinca y el Ara , muy cerca de la confluencia de ambos ríos y donde se unen los caminos que ascienden por los dos valles. Posee una situación privilegiada, entre Francia, el Parque Nacional de Ordesa  y Monteperdido, el Parque Natural de los cañones y la Sierra de Guara  y el Parque Posets-Maladeta . Por ello constituye un importante centro turístico y de servicios, sobre todo, desde la apertura del túnel de Bielsa. Sus 1.557 habitantes se agrupan en dos barrios claramente diferenciados: el casco antiguo medieval, en la parte alta, y el pueblo moderno y comercial, edificado al pie del cerro.

Incorporada a Aragón  en el siglo X, la tradición la coloca como capital del legendario reino de Sobrarbe, escenario de frecuentes luchas entre cristianos y musulmanes. En 1085 Sancho Ramírez  entregó a su hijo el infante don Pedro los condados de Sobrarbe y Ribagorza con categoría de reinos. En 1124, Alfonso I   concedió a la villa de Aínsa un fuero   de repoblación, por el cual sus habitantes disfrutaron iguales privilegios que los de Jaca  ,  quedando exentos de lezda y otras prestaciones. Fue confirmado posteriormente por Ramiro II  , Ramón Berenguer IV  y Alfonso II  . El primer tenente conocido es Beltrán de Larbasa, en febrero de 1135. Pedro II   declaró exentos de tributos a sus habitantes.

La Fortaleza. Se halla aislada al noroeste del casco urbano y en su estado actual pueden observarse dos construcciones militares distintas, perteneciente la primera a la segunda mitad del siglo XI, y la más reciente a finales del siglo XVI. El primitivo recinto medieval se halla muy remodelado e integrado dentro de la obra del siglo XVI. Consiste en una torre pentagonal de reducidas dimensiones, construida en sillarejo, con una división interior de cinco pisos que serían de vigas de madera apoyadas en los retranqueos de los muros. La puerta original, ubicada en el ángulo oriental, abre en arco de medio punto, y en alto, al segundo piso. La torre conserva toda su altura; primitivamente se cubriría con techumbre de madera inclinada, de un modo bastante parecido al que presenta en la actualidad. De las ventanas defensivas, abiertas la mayoría en los dos muros oblicuos que forman el pentágono, apenas se conserva alguna en su forma y función originales, puesto que fueron remodeladas para adaptarlas a armas de fuego. En el interior de esta torre se encuentra el Centro de Interpretación de la Fauna Pirenaica (inaugurado en 1997), con interesantes exposiciones, así como la Sala de Congresos, que también se utiliza como Sala de Proyecciones.

En 1593 el ingeniero italiano Tiburcio Spanocchi diseñó la nueva fortificación, que, junto con la ciudadela    de Jaca y la desaparecida de Benasque,  reforzaban la frontera aragonesa. La obra consistió en un gran recinto rectangular, con dos torreones en las esquinas de la fachada principal y parapetos montados sobre arcos de medio punto en los lados largos, mientras que en las esquinas del lado occidental se proyectaron dos bastiones pentagonales, con los muros en talud y precedidos de un amplio foso. En el baluarte occidental quedaba encerrado el recinto medieval, aprovechando la parte baja de sus muros. Fuera de uso esta fortaleza desde mediados del siglo XVIII, se habilitó como guarnición en períodos bélicos de los siglos XIX y XX.

La iglesia, torre y claustro. Se encuentran en el costado oriental de la población. Han sido completamente restaurados por la Dirección Gral. de Arquitectura del Ministerio de la Vivienda durante los años 1967-70 y 1972-74, bajo la dirección del arquitecto Francisco Pons-Sorolla. La iglesia, dedicada a Santa María, es románica, de una sola nave y ábside semicircular, con una cripta    bajo el mismo y el presbiterio, totalmente rehecha en la restauración aprovechando algunos fustes y capiteles encontrados durante su desescombro. La nave se halla abovedada con medio cañón en el tramo del presbiterio, y en el resto, algo más elevado, con cañón desigualmente apuntado, rehecho posteriormente, ya que en origen debía tener dos arcos fajones, de los que se conservan las respectivas pilastras. En el lado sur del ábside abre una habitación abovedada, conocida como «cuarto del aceite», que al exterior va montada sobre la calle mediante un amplio arco, sirviendo, al parecer, de comunicación con el desaparecido hospital  . En el siglo XVI la iglesia fue reformada abriéndole en el presbiterio un crucero bajo y añadiéndole dos capillas contiguas en el costado sur, suprimidas con la restauración. Exteriormente la iglesia, construida con sillarejo, no presenta ornamentación más que en la portada principal, resaltada en el muro sur. Consta de cuatro arquivoltas de medio punto que apean en columnitas con capiteles sumariamente labrados con motivos vegetales y geométricos bastante toscos. Encima de la portada hay empotrado un pequeño crismón   .

A los pies de la iglesia se encuentra la monumental torre, inconfundible punto de referencia del paisaje de Aínsa. Se trata de una torre románica  , de planta cuadrada, que fue concebida para desempeñar una triple función como campanario, tribuna y pórtico. Este último, abierto con dos arcos de medio punto, comunica directamente con la iglesia (la entrada al claustro   fue practicada en la última restauración). Sobre el pórtico va la primera estancia, a la que se asciende en alto por el exterior. Presenta una ventana con parteluz que da vista al interior de la iglesia, convirtiendo este primer piso de la torre en una discreta tribuna. Desde aquí y mediante escalera abierta en el grueso de los muros se sube a las tres restantes estancias; la tercera, con ventanales dobles en cada uno de sus muros, aloja las campanas, y la cuarta, a modo de espléndido mirador, está abierta con cuatro grandes ventanas molduradas con tres arquivoltas de medio punto con sus correspondientes columnitas y capiteles. Esta estancia se cubre con una cúpula con cuatro nervios rectangulares sobre trompas, y al exterior termina en un chapitel octogonal. La construcción de la iglesia y torre correspondería a la segunda mitad del siglo XII, muy próxima a la fecha de consagración del templo (1181). No así el irregular claustro pentagonal, adosado al costado norte de la iglesia, que sería ya una obra de pleno siglo XIII, de construcción poco cuidada que precisó hacia 1390 de una urgente reparación, según atestiguaban algunos documentos.

Desaparecidos el tesoro artístico y archivo de la iglesia en la última Guerra Civil, solamente guarda una talla en madera estofada y dorada de una Virgen sedente con el Niño, románica del siglo XIII, traída recientemente del pueblo de Tricas  .

Terminada mi visita a Ainsa, parto hacia Guaso  por la carretera A-2205  pero en el kilómetro 3,66 me desvío a El Grado, uno de los barrios de Guaso. Al que llego en el kilómetro  4,12., después de subir  una buena rampa al bario de El Grado, donde debo destacar  la mansión de los Pallás con su torreón circular (S. XVI)

Terminada mi visita a este lugar inicio el descenso hasta la carretera A-2205, conectando con ésta, en  el kilómetro 6,66, siguiendo en dirección a Guaso.

En el kilómetro 8,90 llego a Guaso, que sitúa su caserío a  780 metros sobre el nivel del mar .Sus nueve barrios (Samper, El Arrabal, Bestreguí, La Closa, Santa Quiteria, El Tozal, El Puyal, El Grado y La Ribera) se distribuyen en laderas muy pronunciadas. Gentilicio: guaseño.

En el barrio de Santa Quiteria podemos ver su iglesia del siglo XVI de planta de cruz latina y la sala que ocupaba el antigua Ayuntamiento.

En el barrio El Puyal sobresalen Casa Carruesco (S. XVII) y Casa Sampietro (S. XIX)

La Iglesia  parroquial de San Salvador (S.XII), destaca en el barrio más alto del núcleo, El Tozal de Guaso. La iglesia románica fue reformada en el siglo XVI y es una construcción en una sola nave con un ábside semicircular. Su torre, de base cuadrada, tiene cuatro cuerpos y está coronada por un una curiosa cúpula octogonal.

En este mismo barrio de El Tozal podemos encontrar algunas muestras de arquitectura popular: Casa Salinas y el "esconjuradero" (S. XVI), construcción denominada «Cuatro Pilares», desde la cual se «esconjuraban»    (exorcizaban) las malas tormentas, desde donde  se puede apreciar una de las panorámicas más hermosas del Pirineo.

Romerías: a Santa Águeda del Puyal (5 de febrero), a Santa Quiteria (22 de mayo), a la Virgen de las Viñas (15 de agosto) y a la Virgen de la Sierra (8 de septiembre) Fiestas: el 6 de agosto en honor al Salvador

Terminada la visita de nuevo desciendo hasta la carretera A-2205, continuando en dirección norte.

 

En el kilómetro 12,94 llego a Marguagued. Lo encontramos enfrente de Boltaña, en el margen derecho del río Ara. Antiguamente figuró como aldea del municipio de boltañés.

Tiene 44 habitantes y sitúa su casco urbano a 600 metros de altitud.
Gentilicio: margudguense
Sus fiestas locales: 17 de enero, en honor a San Antonio Abad, con hoguera y otros actos.
El casco urbano es lineal, siguiendo la orilla del río. Las casas están separadas entre sí, y encontramos muchas remozadas. Una de las casas destacadas es la casa Cambra, que tiene bajos abovedados, con arcos fajones de refuerzo, y sala empedrada con cantos rodados, hogar tradicional y vano con sogueado en el alféizar. Es del siglo XVII.

En el kilómetro 13,83 llego al Monasterio de Boltaña. En las afueras de la localidad, dirección Ainsa, encontramos el antiguo monasterio del Carmen, hoy convertido en hotel.

Este monasterio fue fundado en 1651 con la donación de una casa y una ermita por un infanzón boltañés al provincial de la orden de los Carmelitas Descalzos, quienes fundaron el monasterio, hoy convertido en Hotel. El núcleo antiguo sobre el que se construyó el Monasterio era la ermita del Espíritu Santo. Justo encima se ubicó la iglesia del Carmen. La iglesia es de planta de cruz latina con capillas laterales. El crucero y las capillas laterales están cubiertas con cúpulas y la nave central con una bóveda de lunetos, según los cánones del estilo barroco y según un modelo denominado de “planta jesuítica”. La fachada es muy austera, de claras influencias herrerianas, pero fechada en 1711. Destaca el escudo de la orden y la imagen de la Virgen del Carmen, cuya cabeza, como la del Niño, fueron “restauradas” y rehechas por un enfermo del Sanatorio, al haber sido destruidas durante la Guerra Civil.

Tras la desamortización de Mendizábal (1835-1836), los monjes se vieron obligados a abandonar el edificio y el monasterio pasó por manos de sucesivos propietarios que continuaron la explotación agrícola y ganadera.

En 1920 el edificio fue adquirido y rehabilitado para la asistencia médico-quirúrgica de los enfermos con problemas respiratorios, principalmente. Los Carmelitas Descalzos siempre estuvieron en contacto con el sanatorio, ayudando de forma solidaria a los enfermos.

 

Aquí tomo el camino que se dirige a Boltaña por la margen derecha del Río Ara, y que forma parte del Camino de Santiago.

 

En el kilómetro  16,76 llego a la ermita  de San Sebastián, que data del Siglo XVI. Aún hoy se celebra una romería para la festividad del santo, el 20 de enero, con misa y reparto de caridad. Se cuenta que aquí  durante una de las epidemias de cólera del siglo XIX, se ejerció el control de afectados para que no accedieran a Boltaña personas que pudieran contagiar la enfermedad. San Sebastián es en este sentido, un santo con larga tradición en la protección contra la peste y otros males.

A un tiro piedra de la Ermita de San Sebastián se encuentra el puente que salva el cauce del Río Ara, y comunica con la población de Boltaña.  Poco que queda del antiguo puente que unía las dos riberas del Ara, tan solo su primer arco y el arranque del segundo. Por su uso se cobraba el derecho de pontazgo, es decir que a todo el que atravesaba el rio con mercancías se le cobraba un impuesto. Se dice que en este puente todos debían pagar excepto los del Valle de Broto cuando pasaban con sus ganados, pues tenían este privilegio de paso otorgado por  el rey. Una leyenda local afirma que en época de la ocupación musulmana, un pasadizo permitía bajar directamente desde el castillo hasta el rio para abastecerse de agua, y este túnel tendría su salida justo donde se asienta el pilar del primer arco, que apoya sobre una roca con una apreciable oquedad.

Cruzando este  puente conecto con la carretera N-260, que discurre a los pies de Boltaña.

Antigua capital de la Boletania, llamada por los romanos municipium Boletanum, cuyo primitivo casco se asienta sobre las laderas de una suave colina que emerge sobre el barranco de San Martín. Corona la altura máxima un castillo de origen románico, cuya existencia está confirmada, según Guitart Aparicio, durante el reinado de Sancho el Mayor, que lo confió a Sancho Galíndez, Jimeno Garcés y Jimeno Íñiguez. Durante la época musulmana no fue más que una fortaleza, para la que el califa Abderramán III nombró un gobernador. Según el P. Huesca , en el año 941 el rey de Pamplona, García Sánchez I, dominaba ya esta zona. Durante el reinado de Sancho el Mayor su castillo fue confiado a varios tenentes como Jimeno Garcés (1028 abril - 1031) o Jimeno Íñiguez (1030). Ramiro I confió esta tenencia a Sancho Galíndez, quien la ocupó desde mayo de 1036 a diciembre de 1080. La existencia del gentilicio boletano en las inscripciones de Coscojuela de Fantova y en el testamento del diácono Vicente atestiguan la importancia de este lugar en el mundo romano y altomedieval.

Por su parte, Henríquez de Salamanca (Por el Pirineo Aragonés, rutas del Sobrarbe y la Ribagorza), transcribe esta leyenda contada por Briet: «En la Edad Media, los restos del castillo de Boltaña disfrutaron, a la vez que el de Brocken, del privilegio de servir de lugar de reunión a las brujas que, montadas en sus escobas, volaban desde allí hasta las cimas de Cotiella y el Turbón, donde Satanás recibía su corte, con el fin de dedicarse a bailar los sábados».

En el reinado de Alfonso I la importancia de Boltaña decayó, ya que Aínsa empezó a cobrar importancia desde la concesión de su carta puebla en 1124. Finalmente, Boltaña pasó a convertirse en una aldea de Aínsa. Juan de Bardají obtuvo el señorío de Boltaña, pero ante la reclamación de la villa, Alfonso V revocó la concesión en octubre de 1430, devolviéndola a la corona y prometiendo no enajenarla. En agosto de 1456 dotó la alcaidía de su castillo.

Su casco urbano  formado por calles estrechas y pendientes en torno a su iglesia, ha permanecido casi invariable hasta el siglo XX, que ha visto surgir un barrio nuevo en la parte baja, junto a la carretera que conduce a Broto y Jaca. Entre los edificios destaca el de la iglesia parroquial, del siglo XIII, que fue colegiata Dos barrios se han formado: el alto, en torno al núcleo antiguo habitado por labradores, y el bajo, moderno, con edificios de pisos, acuartelamientos, hoteles, escuelas y tiendas.

Hay fiestas el 25 de enero, la Conversión de San Pablo, y el 14 de septiembre, la Santa Cruz. En ambas ocasiones se interpreta el dance, uno de los más antiguos de Aragón, con el célebre palotiau, cuya música tiene marcadas resonancias celtas. El 25 de enero, los danzantes acompañan al santo hasta la ermita, situada a unos seiscientos metros del pueblo y el catorce de septiembre danzan ante el Lignum Crucis, en la procesión y en la plaza. Las ferias, cuya tradición no se ha perdido, tienen lugar el 23 de abril y el 15 de octubre.

Terminada mi visita a Boltaña, mi curiosidad hace que prosiga  por la N-260 en dirección Norte , llegando en el kilómetro 16,82 hasta el Puente que salva el Río Ara, y donde comienza la carretera hacia el puerto del Serrablo y el Valle de la Guarguera. Una vez comprobado el estado  de esta carretera inicio el regreso.

En el kilómetro 21,29 paso de nuevo por el Monasterio de Boltaña, y un poco más adelante entro en Marguagued , donde al finalizar su casco urbano conecto con la pista o Senda Ornitológica PR-HU-186 que discurre por la margen derecha del Río Ara.

 

En el kilómetro 22,63 cruzo un barranco.

 

En el kilómetro 29,13 estoy de regreso en Ainsa.

 

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

 

Serafín Martín.

 

Fuentes propias y:

 

http://www.enciclopedia-aragonesa.com/

 

http://estatierraesmiaragon.blogspot.com.es/

http://www.turismosobrarbe.com

 

http://www.villadeainsa.com

 

• Bibliog.:
Del Arco y Garay, R.: Catálogo Monumental de España. Huesca; Madrid, 1942.
Durán Gudiol, A.: Guía de Huesca y su provincia; Barcelona, 1957, Ed. Aries.
Tarazona Grasa, Carlos: Guía del Sobrarbe. Sendas. Pueblos. Naturaleza; Ed. Pirineo, Huesca, 1996.

Bibliog.: Domínguez Arranz, A.; Magallón Botaya, A. y Casado López, P.: Carta Arqueológica de España: Huesca; Zaragoza, 1984.