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Ruta 64.- Oliete, Cueva Foradada, El Palomar, Sima de San Pedro, Cabezo de San Pedro, Ariño.

 

El 1 de Julio de 2006 llego a Oliete  pueblo de Teruel, desde donde tengo la intención de partir hacia Ariño. Lo primero que hago es dirigirme al embalse de Cueva Foradada, un bello paraje lleno de atractivos, construido en 1926 en el río Martín, aprovechando la Foz abierta en la sierra de los Moros, dentro del término de Oliete. Sus aguas cubren una superficie de 345 Ha. que tienen un volumen de embalse de 35 Hm.3. Al tiempo que regula el régimen del río sirve también para alimentar los regadíos del Bajo Aragón. Regreso por el mismo camino a Oliete, que es una Villa de la prov. de Teruel, a 121 km. de la capital. Situada al pie de la Sierra de los Moros (Sistema Ibérico) junto al río Martín, a 541 m. de alt. Con una temperatura media anual, 12,7°. Precipitación anual, 440 mm. En 1900, tenía 2.186 habitantes; en 1950, 1.879 habitantes.; en 1978, eran 806 hab.; En 1998, contaba con 490 hab. El casco urbano de Oliete se encarama sobre un cerro, en el que se levantó, según tradición, el castillo de García de Sessé. Antiguos documentos hablan de que en el siglo XIV doña Brianda de Luna estuvo depositada en el castillo de Oliete, cuando quiso divorciarse don Lope Ximénez de Gurrea. El caserío mira al río Martín, que riega una magnífica vega. Tres arcos ponen límite al casco urbano: sustentan, respectivamente, las capillas del Pilar, de San Fabián y San Sebastián y de Santa Bárbara. Oliete cuenta con un maravilloso Centro de interpretación que se encuentra situado al pie de la carretera, en las antiguas escuelas. Se pueden ver maquetas de cómo fueron los poblados sedetanos de “El Palomar” y del “Cabezo de San Pedro”

Yo atravieso el Río Martín por un puente que es una preciosidad, y tras un repecho un indicador me dice que siga por el camino de la derecha que me depositará en el. El yacimiento “El Palomar de época Ibérica. Está situado en un cerro en el cual hay un antiguo palomar (de aquí su nombre). Se ha excavado la manzana central del poblado, en donde se aprecian los huecos y habitaciones de 11 casas y 3 almacenes; los muros tienen una altura de medio metro aproximadamente. Se conserva el enlosado de las calles en un estado bastante bueno. Se encontraron niños y animales enterrados dentro de las casas, los cuales están señalizados. También se pueden ver unos hornos. Es curiosa una casa que tiene una escalera ascendente, lo cual puede indicar la existencia de una segunda planta. Intento ir desde aquí al cabezo de San Pedro pero ante el mal estado del camino me veo obligado a regresar a Oliete, cruzar el puente y tomar el camino paralelo al Rió Martín, por unas maravillosas e increíbles arboledas, pero al rato tengo que atravesar el río de nuevo y pasado este de pronto el paisaje se vuelve desértico y desolador ,con una calor increíble y sin sombra, menos mal que la cuesta para llegar a la Sima de San Pedro es corta pero aún así me obligó a refugiarme en unas retamas, para reponerme. Una vez repuesto me asomo y me quedo asombrado de la maravilla que tenemos en un pueblo de Teruel llamado Oliete, “La Sima de San Pedro”, un agujero en el suelo que alcanza los con una profundidad de 108 metros y una anchura en su boca de 100 metros, con un lago en su fondo. La formación de esta sima se debe al hundimiento de una dolina, un tipo de depresión en forma de embudo típica de zonas calizas, que constituían el techo de una gran sala subterránea. Este fue el origen de una impresionante cavidad que continúa ensanchándose en la actualidad y cuyas características son únicas en Europa. Con paredes verticales e inaccesibles para cualquier ser viviente, excepto para aquellos con capacidad de volar. Esto lo hace imprescindible como lugar de reposo para numerosas aves y murciélagos que habitan la zona. La Sima de San Pedro se originó por el hundimiento de una gruta que las aguas formaron al disolver la piedra caliza y que todavía hoy, gota a gota, siguen agrandando. No tiene entrada por el fondo, ya que permanece lleno de agua, dependiendo su nivel de las condiciones climáticas del momento. Tanto las dimensiones del refugio, como el recurso del agua pueden resultar escasos cuando su uso es demandado por una multitud de seres. Precisamente, lo que hace único a este lugar es la auto-organización de que se han dotado sus habitantes para aprovecharlo: aves y quirópteros comparten educadamente por turnos los horarios de entradas y salidas, según tamaños, para poder utilizar conjuntamente este hábitat tan necesario para ellos. Aquí no existen guardias de circulación que impongan multa, pero el propio interés de todos mantiene el orden. Al atardecer, las diferentes especies de aves se aproximan y penetran en la sima en un estricto orden que se repite día a día: en primer lugar los gorriones comunes y chillones, los aviones comunes y roqueros, los estorninos y palomas. Tras ellos, las chovas piquirrojas junto a las grajillas y por último, los vencejos reales. Cuando ha entrado el último vencejo, hasta seis especies distintas de murciélagos comienzan a salir de su interior. Y el mismo proceso, en orden inverso, se produce al amanecer. Desde aquí desciendo nuevamente al río lo que me obliga a subir una cuesta infernal en un día infernal si quiero ver la maravilla ibérica del Cabezo de San Pedro. Es un recinto fortificado sobre un espolón con cortados rocosos en gran parte (fácilmente defendible). Este poblado estaba fuertemente fortificado, con dos líneas de murallas de las que se conservan 125 metros, dos imponentes torreones defensivos extraordinariamente conservados, y de considerable altura, y un foso, que denota la adopción de los sistemas y las técnicas defensivas helenísticas por parte de las poblaciones ibéricas, para soportar el asedio de máquinas de guerra. El poblado del Cabezo de San Pedro fue construido en el siglo III a.C. y destruido a principios del siglo II a.C. durante las guerras sertorianas (72 a 70 a.C.) Presenta dos núcleos claramente diferenciados: el núcleo fortificado y el hábitat extramuros, donde se localizan gran parte de las instalaciones de tipo artesanal (fundiciones, alfares, etc.). Al poblado se le ha calculado una extensión de 1’7 hectáreas. A la sombra de sus murallas me como las viandas y de nuevo bajo hasta el cauce del Río Martín, que tengo que cruzar de nuevo a pie y después de una desolada cuesta bajo un sol de justicia diviso Ariño, desciendo nuevamente y cruzo de nuevo el río esta vez por unas tablas de madera, en un estado bastante precario, dirigiéndome a lo alto de su caserío donde hay una fuente que me repone de la deshidratación. Ariño es una Villa de la prov. de Teruel, a 130,8 km. de la capital. Situada en el piedemonte de la sierra de Arcos, junto al río Escariza, a 536 m. de alt. Temperatura media anual, 13°. Precipitación anual, 430 mm, en 1900, tenía 1.374 habitantes. En 1950, eran 1.543 habitantes.; en 1978, 976 y  en 1998, 916 habitantes. Pueblo minero, cuenta con unos baños de aguas termales, cuyo abandono se propone superar. En la carretera se asienta el poblado minero, en tanto que el casco urbano busca las alturas, de manera que el caserío se agrupa casi en su totalidad sobre la cima de un monte. La agricultura y ganadería han ido a menos, debido a que la principal fuente de riqueza se centra en los lignitos, de los que se extraen diariamente unas cinco mil toneladas. Regreso por el mismo camino.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

Serafín Martín

Fuentes propias y: Bibliog.: Vicente, J.; Escriche, C. y Punter, P.: «Las construcciones defensivas del poblado ibérico del “Cabezo de San Pedro” (Oliete Teruel)»; Boletín del Museo de Zaragoza, 4. www.enciclopedia-aragonesa.com; textos de Javier Mendivil y www.celtiberia.net

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