pulsa las fotos para verlas grandes

 
prev | next
 

   

Ruta 16.-  Biota, Malpica de Arba, Uncastillo, Layana, Sádaba.

 

 

El 27 de mayo de 2006 dejo el coche en la antigua y abandonada estación de ferrocarril de Biota, situada  al lado de la carretera que une Ejea de los Caballeros con Sádaba y a unos cuantos kilómetros de Biota, este ferrocarril de vía estrecha y que llegué a conocer y viajar en él siendo joven estuvo en servicio entre los años 1912 a 1970 .Año de inauguración y finalización del tren de Biota, en la línea Gallur - Sádaba. Me dirijo a Biota a la que llego por carretera en muy buen estado

Biota es una Villa de la provincia .de Zaragoza, de la Comarca de las Cinco Villas. Situada en el terciario de la Depresión del Ebro, junto al río Arba de Luesia, a 485 metros  de altitud. Biota tenía en  el año 1900, 1.194 habitantes; en 1950, 1.675; en 1978, 1.575 y en 1998, 1.261 por lo que está en clara regresión demográfica. Su gentilicio es Biotanos. La principal actividad es la agropecuaria; la agricultura se desarrolló gracias al Canal de las Bardenas que riega un tercio de sus tierras. Junto al cultivo cerealista tradicional se producen además girasol, pimientos, tomates. Parece ser que el nombre de Biota tiene origen preindoeuropeo. Se sabe que durante la Edad Media existía un monasterio benedictino. (Monasterio de Santa María), que dependía del de San Esteban de Orés, y que posteriormente, en 1071, fue entregado a los monjes de San Juan de la Peña (Huesca). Más tarde, en 1091, la villa de Biota fue donada a Fortún Aznárez por el Rey aragonés Sancho Ramírez y su hijo, el infante don Pedro, con el fin de ser repoblado. Unos años después, paso a manos de Pedro de Urrea (1169) y de Toda López (1196). La familia Jiménez de Urrea mantuvo la posesión de la tierra durante varios siglos. En 1457, una rama de dicha familia, recibió el título de vizconde de Biota, y transmitieron la propiedad a los Condes de Aranda, a quienes perteneció hasta 1771, fecha en la que fue vendida al hidalgo Matías Landáburu. Tras la desaparición del Monasterio, se levantó a finales del siglo XII la iglesia actual, dedicada a San  Miguel Arcángel, con claras reminiscencias arquitectónicas y decorativas de San Juan de la Peña, debido a su dependencia eclesiástica. Esta Iglesia se terminó de construir en el año 1170 , cien años después de su inicio. Lo verdaderamente interesante del templo son sus dos portadas, donde se desarrolla toda la iconografía y técnicas del Maestro de San Juan de la Peña, y que ya hemos podido admirar en la misma San Juan de la Peña, en Santiago de Agüero o en San Pedro el Viejo de Huesca.  En la portada Occidental, al pie de la nave, lo más destacable es su extraordinario tímpano representando la Epifanía, tema ya desarrollado por el Maestro en la iglesia de Santiago de Agüero, siendo también muy notables algunos de sus capiteles, como los que representa a un cantero trabajando o el esculpido con un Pantocrátor rodeado del Tetramorfos. La portada abierta en el muro Meridional brilla por su espectacular tímpano representando a San Miguel pesando con una balanza las almas, rodeado de dos ángeles para elevarlas al cielo o de unos diablos para atraerlas al infierno si esos son sus merecimientos, recordando la escena del libro de los muertos de la cultura egipcia. Entre sus capiteles, brilla con luz propia el de la bailarina contorsionándose, que ya hemos podido ver en Santiago de Agüero o San Pedro el Viejo. Este templo sigue el modelo característico de las iglesias del románico cincovillesas. El  29 de Junio de 1216 Siendo papa Inocencio III y rey de Navarra, Sancho, el obispo de Pamplona, don Guillermo, hizo donación de esta iglesia al prior del monasterio de Sumo Portu (Jaca).El 6 de Abril de 1263 Apeo y división de los términos de El Bayo y Sádaba. El 21 de Mayo de 1285 Biota y Uncastillo parten los términos, por declaración hecha del infante Don Hernando, hijo del rey Don Jaime I.

 En el año 1591 Don Hernando de Viota, natural de Biota y tomando de la villa su apellido, fue Diputado del Reino y le tocó el triste privilegio de ser testigo de las alteraciones de Aragón, que terminaron con la muerte del Justicia de Aragón, don Juan de Lanuza. En el año 1576  se realiza el Amojonamiento entre Biota y Sádaba de los límites de sus términos. En el año 1577  se desarrolla un largo pleito que, sobre demarcación de límite y uso de pastos, tuvo con la vecina villa de Sádaba y fue finalmente resuelto con el otorgamiento de una Concordia que suscribieron, de una parte don Juan Ximénez de Urrea y Toledo, IV Vizconde de Biota, con sus vasallos y los Justicia, Jurados y Concejo de la villa de Sádaba, aprobándose el amojonamiento hecho el año anterior. El 8 de Noviembre de 1612 el  apeo del término de El Bayo y el Saso de Biota, hecho entre los términos y villas de Ejea de los Caballeros y Biota y el ilustrísimo señor don Antonio Ximénez de Urrea y Manrique de Lara, conde de Aranda, vizconde de Rueda y vizconde de Biota. En el año 1648  la población de Biota era de 43 familias. El 24 de Septiembre de 1772 comienza la construcción del palacio del Vizconde de biota. Finalmente la familia Esteruelas, últimos propietarios privados, venden el palacio y el torreón con los terrenos anexos al municipio en 1.995. Desde aquí me dirijo por una carretera de reciente construcción a Malpica de Arba.,nada más salir de Biota comienza una suave pero prolongada subida de varios kilómetros, que me hace ver a mi derecha el pantano de Bolaso y Ejea de los Caballeros, pero por fín llego o Malpica de Arba, lo que me recuerda que siendo niño en Uncastillo, mis amigos y yo anduvimos desde Uncastillo hasta Malpica por camino , solamente para recoger los tapones de los refrescos que había en un vertedero, para jugar a las “chapas”.  Malpica de Arba, que todavía era una aldea dependiente de Uncastillo en tiempos del Itinerario de Labaña (1610) y cuyo ayuntamiento se unió al de Biota en 1.971, tiene actualmente unos 40 habitantes, dedicados a la agricultura de secano principalmente Su caserío se agrupa sobre una colina rocosa en la margen izquierda del río Arba de Luesia, donde existe una presa romana, , parcialmente bordeado por un muro de sillería, fragmento del castillo que se acomodaría sobre dicha peña, de perímetro irregular y de mediana extensión, probablemente motivo de las guerras con Navarra durante los siglos XIII al XV. Una parte del recinto está ocupado por una importante mansión privada. En la parte más alta del pueblo se encuentra la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Diasol, modesta construcción de estilo románico. La única nave del templo se cubre con bóveda de cañón apuntado. Aunque la despoblación ha sido muy acusada, el pueblo está cuidado y notablemente embellecido. Todo ello tiene más mérito si se considera que el número de habitantes era de 29 en 1991. Quedan en pie notables edificios, con grandes portalones dovelados y ventanales góticos. En Malpica hubo un castillo del que tenemos muy pocas noticias. Sin pérdida de tiempo me dirijo a Uncastillo, pues un vecino me dice que la carretera ya está terminada y esta llega hasta Uncastillo, pero me advierte que un poco antes de llegar a Uncastillo está sin asfaltar. Llego al pueblo donde discurrió mi infancia.

 

 

 

 

 

Uncastillo es una de las localidades que junto a Ejea de los Caballeros, Sádaba, Sos del Rey Católico y Tauste forman la comarca Histórica de las Cinco Villas.

En el extremo noroeste de la provincia de Zaragoza se encuentra Uncastillo. Asentada sobre un pequeño valle a 662 metros de altitud y cercada por los ríos Riguel y Cadenas, su estructura urbana se apiña alrededor del castillo que alzado sobre la peña Ayllón, es la imagen emblemática de la localidad.

Las primeras referencias históricas al enclave de Uncastillo datan de los inicios del siglo X, momento en que bajo dominio del rey pamplonés Sancho Garcés I fue construida la fortaleza que da nombre a la Villa. Como enclave fronterizo frente a los musulmanes, Uncastillo tuvo un papel decisivo en el proceso de la reconquista cristiana, siendo en el último tercio del siglo X escenario de ataques importantes dirigidos por el propio Califa Abd Alarman III o Almanzor.

Tras un nuevo impulso dado a la frontera por Sancho III el Mayor, el Reino de Aragón comenzó su andadura con Ramiro I. El primer monarca Aragonés y sus sucesores fueron ganando territorio a los musulmanes y consolidaron la frontera con nuevas construcciones. Las fortalezas más septentrionales fueron perdiendo su importancia aunque Uncastillo adquirió un nuevo valor estratégico en relación a Navarra. En el siglo XII Uncastillo vivió un periodo de esplendor que ha quedado reflejado en las seis iglesias románicas que conserva la Villa. Debido a este momento de esplendor religioso, cultural, socioeconómico y artístico Uncastillo experimento en esta época un profundo desarrollo urbanístico cuya estructura apenas ha sido modificada desde entonces conservando así todo su sabor medieval. A mediados del siglo XVI la Villa volvió a vivir momentos de esplendor económico y cultural. Nuevas construcciones monumentales como el Ayuntamiento confirman este renacimiento. En 1543 fue fundado un Estatuto de Artes que llegó a competir con la propia Universidad de Huesca y donde impartió clases el destacado gramático Pedro Simón Abril. A comienzos de este siglo nació el Obispo Pedro Frago Garcés. Autor de Epistolarios y libros religiosos, fue un destacado humanista que estuvo presente en el Concilio de Trento, donde destaco como orador. Como ya visité Uncastillo en anteriores ocasiones, mi meta de hoy es centrarme en la Iglesia de San Juan. Declarada monumento de Nacional en 1931, actualmente es un Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. La iglesia de San Juan es muy hermosa por la armonía y belleza de sus proporciones. Fue construida a finales del siglo XII sobre una elevación rocosa al oeste de la Villa que ofrece una bella panorámica. Esta situada sobre una necrópolis alto medieval, con tumbas antropomorfas. Tiene una nave, con cuatro tramos de bóveda de cañón sobre arcos fajones. Su planta difiere del resto de las iglesias románicas de la Villa por las dos capillas existentes a ambos lados de la nave. Una de ellas conserva un interesante conjunto de pintura mural del siglo XIII, cuya temática está relacionada con la vida de Santiago el Mayor y la Ruta Jacobea, salgo de Uncastillo por el barrio de San Juan en dirección a Layana por una carretera en obras ,que sin embargo me trae muchos recuerdos.

Layana es un Pequeño pueblo situado en la Depresión del Ebro, próximo al río Riguel, afluente del Arba a 486 m. de altitud, en las Cinco Villas, a dos kilómetros  de Sádaba hacia Uncastillo. Su  iglesia parroquial, se haya  bajo la advocación de Santo Tomás de Canterbury, que aunque fué reformada en el siglo XVI, mantiene todavía varios elementos de carácter románico procedentes de su construcción original del siglo XII, sobresaliendo su ábside y su portada, con un tímpano en el que se inscribe un Crismón. Se alzó en tiempos una fortaleza de la que actualmente solo queda en pie un torreón defensivo, que ya aparece citada en un documento de 1186, por el cual Alfonso II confirma su posesión a Sancho de Biota. En 1348, la fortaleza estaba en manos de Juan Ximénez de Urrea, señor de Biota, y en 1412 era señor de Layana Juan de Sesé, partidario del conde de Urgel. La iglesia es románica, del siglo XIII, de nave única y ábside semicircular, cubierta por bóveda de cañón apuntado. Los retablos son de los siglos XVI y XVIII. Existen dos cálices de plata que se corresponden también con estos dos siglos, el primero con decoración cincelada y nudo gallonado (punzón de Zaragoza), y el segundo repujado con hojas y cartelas. Las fiestas son el 14 de septiembre. Su población en 1900, era de  393 habitantes; en 1950 eran, 409; en 1978, 284, y en  1998, 153 habitantes. Gentilicio “Layanense” Sus recursos se basan principalmente en la agricultura de secano, cebada principalmente y ganado ovino y porcino. En la parte meridional del término municipal y en las proximidades de la localidad de Layana, se sitúa toda una serie de yacimientos arqueológicos que ofrecen materiales de interés desde un neolítico avanzado a época romana. El barranco de Basal aglutina una gran mayoría de los yacimientos, con una industria lítica a base de raspadores, puntas de flecha, láminas y núcleos (Corral de la Pesquera, Corral de Valero, Corral de Aniceto), en metal punta de flecha (Plana de Guinda) o cerámica (Corral de Valero) de la Edad del Bronce, además de restos de la Edad del Hierro. Los restos de época romana se dan en yacimientos de la margen izquierda del río Riguel y próximos a Layana (Bodegón y El Huso y la Rueca) evidenciando la dependencia directa del conjunto monumental de Los Bañales, sin menospreciar algunos algo más apartados pero de indudable interés (Puyarraso). Yo me dirijo por un magnífico camino al yacimiento arqueológico de Los Bañales, que aunque este al lado de Layana pertenece a Uncastillo. Es un asentamiento romano, en ámbito rural rodeado de villae. Posible mansio de vía,  surgiendo como núcleo centralizador y difusor de la producción económica de las mismas y habitado por gentes de un estadio social y económico elevado. Existe la posibilidad de que se corresponda con Terracha, una mansio citada por el Ravennate en el trayecto Caesar Augusta-Pompelo. Aunque el poblado en alto de El Pueyo ha dado cerámicas indígenas su estratigrafía no es demasiado clara. Los Bañales tendrían su florecimiento en época romana entre los siglos I y II d. C., aunque han aparecido piezas cerámicas que llegan hasta el siglo IV d. C. Posiblemente vinculado a miembros de la familia Atilia, cuyos mausoleos funerarios se encuentran en Sádaba (el llamado "Altar de los Moros" o "Mausoleo de los Atilios", del siglo II d. C.) y Sofuentes (de un posible miembro del ordo equester, de la segunda mitad del siglo I d. C.). Al llegar al yacimiento encontraremos en primer lugar dos columnas que pudieron formar parte del pórtico del foro. Más adelante están los restos de las termas, que constituyen el mejor ejemplo conservado en Aragón. Constaba de distintas dependencias a las que se accedía tras un pórtico de tres arcos: vestíbulo, antesala con bancos corridos, apodyterium o sala de espera con hornacinas para guardar la ropa, sala de masajes y salas de agua fría, templada y caliente, además de sauna y piscina. Cerca de los baños hay restos de otra gran edificación identificada como templo. Desde allí se aprecia parte de la calzada que unía la zona monumetal con el poblado situado en el cerro. Hubo en este lugar un gran arco hoy desaparecido. La ermita de los Bañales conserva en su fachada huellas del siglo XVI aunque fue totalmente reformada en el siglo XVIII. Es de nave única con capillas en los laterales y cabecera recta. La imagen de la Virgen de los Bañales, cuya existencia ya está constatada desde el siglo XII, es venerada en la ermita el último domingo de Mayo en concurrida celebración. A unos cientos metros en dirección este podemos apreciar los restos del acueducto que traía el agua a la ciudad y a las termas. De su trazado original quedan 32 pilares de sillares desiguales, el último con un rebaje por donde pasaba un canal de madera sujeto por tirantes. El agua era conducida desde un dique y tras salvar la hondonada mediante el acueducto llegaba hasta un depósito distribuidor. Declarado Bien de Interés Cultural, es uno de los principales yacimientos romanos de Aragón. Me dirijo desde aquí  en dirección a Sádaba y antes de llegar a esta, desviarme al cercano al cercano panteón de los Atilios. Situado en la salida de la vía hacia Pompelo, y en término de Sádaba ,existe el soberbio Mausoleo de los Atilios, del que sobrevive una única pared conservada ,de un recinto funerario decorado y concebido a la manera de las corrientes artísticas del siglo II d. C. y con interesante inscripción (CIL, II, 2973). Desde aquí parto a Sádaba, localidad de las Cinco Villas. Etimológicamente, Sádaba viene de "Sabub", término de origen árabe que con el tiempo derivó en Sádaba. Por lo tanto, su nombre no es de origen latino, como se pudiera pensar, sino que su ascendencia se remonta a la época del dominio musulmán en la península Ibérica.

Situada en la Depresión del Ebro, junto al río Riguel (afluente del Arba de Luesia), a 454 m. de altitud. Su  población en 1900, era de 1.800 habitantes; en 1950, de 2.563.; en 1978, 2.133;  y en 1998, 1.683. Comprende la entidad de población de Alera. Una de las Cinco Villas, en el cruce de caminos entre Sos del Rey Católico y Uncastillo. El casco urbano está partido en dos por el cauce del río Riguel. Fue villa amurallada, que perteneció a Navarra hasta 1261. Queda en pie el hermoso castillo, cuyo origen se remonta al siglo XII. La iglesia parroquial de Santa María es de estilo gótico, con alguna muestra también del románico tardío. Conquistada a fines del siglo XI, cuando se ocuparon las Cinco Villas, probablemente en torno al año 1091, tras la ocupación de la cercana Biota. En 1099 encontramos ya citados sus primeros tenentes, García, Garcés y su esposa Blasquita. Según Zurita sus primeros pobladores recibieron un fuero de infanzones. A principios del siglo XIII la villa pertenecía a Arnaldo de Alascún, quien acosaba desde aquí las tierras navarras, por lo que Sancho VII de Navarra determinó su castigo. En 1215 la villa de Sádaba, ante el inminente ataque, se entregó a Sancho VII. En 1244, Teobaldo I restituyó la villa y el castillo a Fortanet de Alascún, quien prometió fidelidad y vasallaje al vecino reino. Con todo, en 1261 fue incorporada a la Corona aragonesa, siendo declarada villa de realengo dos años más tarde. Sin embargo, sabemos que en distintas ocasiones fue vendida a diversos señores: así a principios del siglo XIV la poseían Ramiro Sánchez y su esposa; y en 1384, Francisco de Villanueva la compró por siete mil florines. Quince años después sus habitantes lograron comprar la villa a la familia Villanueva, y en 1402 Martín I les concedía el privilegio de no ser separada de la Corona. El castillo se Sádaba se alza sobre un pequeño cerro de la localidad del mismo nombre, supone que sería construido en época de Sancho VII de Navarra, hacia 1223. El Castillo de Sádaba es de estilo bajomedieval con decoraciones claramente cistercienses (siglo XIII). Es atípico por la carencia de elementos defensivos, como la torre del homenaje o la muralla. No existe foso ni tampoco barrera. Las saeteras y los vanos son escasos y no posee matacanes. Sus únicas defensas son el grosor de sus muros, con sus torres cuadradas rematadas en almenas, y los adarves. Su  planta  es rectangular, con su recinto amurallado interrumpido por siete torres cuadradas, cuatro en los ángulos, otras dos en el centro de los lados norte y este, y la séptima en el lado sur, pero más próxima al ángulo suroccidental, para flanquear el acceso en recodo al patio interior. A lo largo de los lados norte y oeste se adosan dos grandes salas, de dos plantas, y en el ángulo suroriental la capilla. Tanto por el material utilizado, piedra sillar bien labrada y aparejada, como por la regularidad de la planta y proporciones, bastante regular, de 38 x 30 metros de lados, y ocupa una superficie de más de 1.000 metros cuadrados. constituye un notable ejemplar. El recinto amurallado está recorrido por el adarve que pone en comunicación las siete torres. Los elementos artísticos, tales como bóvedas de cañón apuntado reforzado por perpiaños y crucería de arcos diagonales de medio punto lo adscriben al purismo arquitectónico de la corriente cisterciense. Guitart ha destacado con acierto el interés tipológico de este castillo en la zona aragonesa, ya que con él se abandona la tipología románica de donjón y recinto y se acepta la nueva tipología mediterránea, de carácter residencial, introducida en Francia por Felipe Augusto. Se trata, así, de la introducción innovadora en Aragón de estas nuevas formas más regularizadas, coetáneas de la expansión cisterciense. Merece un estudio monográfico, ya que restan aspectos por descifrar sobre su función, así como su declaración monumental. Fue escenario de numerosas guerras. En el siglo XVI se mantuvo en buen estado pero se abandonó en los siglos siguientes.

Desde el castillo me dirijo al casco urbano y me encuentro con su maravillosa iglesia, tengo la suerte de que esta abierta, y tengo el privilegio de ver y  su famoso “órgano” y escuchar las notas que salen de sus tubos. Estaban preparando la música y los coros para las comuniones del día siguiente, me senté y su música envolvió la nave de la iglesia.

La planta de la Iglesia parroquial de Santa María responde al tipo gótico tardío de nave única, con ábside poligonal de cinco lados y profundos contrafuertes; la nave, amplia y elevada, consta de cuatro tramos, abovedados con crucería estrellada de diferente traza. Las capillas entre los contrafuertes son más profundas en el tramo junto al ábside y en el último, donde a la derecha se aloja la torre, que en los dos intermedios. Posee coro alto a los pies, volteado sobre arco carpanel. Los nervios apean en medios pilares adosados al muro, de sección semicircular, con basas de penetraciones, rematados en anillos con decoración renaciente. Es el arquetipo correspondiente al llamado estilo «Reyes Católicos» en Castilla, y que en Aragón se difundirá a partir de Santa María de Sádaba. La capilla de la derecha, más próxima al ábside, es el resultado de una reciente restauración, que ha eliminado una barroca, y copiado la simétrica del lado opuesto. Destacan al exterior la portada y la torre. La portada abre en el hastial occidental y es un bello ejemplo en el que conviven las formas decorativas del estilo «Reyes Católicos», junto con el nuevo modo «al romano» del protorrenacimiento; al gótico corresponden el arco deprimido rectilíneo, las arquivoltas apuntadas, las pilastras que flanquean rematando en pináculos y el festoneado curvilíneo con cardinas; al protorrenacimiento, las cabezas de querubines de la arquivolta interior, los medallones superiores con los bustos de San Pedro y San Pablo, y la cornisa clásica, con ovas y dardos, y los dentículos. Es un bello exponente del ambiente artístico del momento en Aragón. La torre es el canto del cisne de las torres góticas aragonesas, tan poco valoradas, y digno epígono de la torre gótica de la colegiata de Alcañiz; de planta cuadrada, con contrafuertes de ángulo, pasa a octogonal en altura y remata en esbeltísimo chapitel calado con profusión de pináculos; interiormente va dividida en estancias superpuestas. Desafía por su belleza y rigor estructural a las más delicadas torres mudéjares aragonesas del momento. Desde  tomo dirección a Ejea, que me lleva a  la estación de Biota principio y final de esta ruta.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.

 

Serafín Martín.

 

Fuentes: Propias y.

www.aragonromanico.com;  www.castillosnet.org ; www.uncastillo.es.; www.enciclopedia aragonesa.com. J. Andreu y M.P. Rivero (Universidad de Zaragoza) Proyecto Clío; http://clio.rediris.es/fichas/zaragoza_castillo.htm;

 

 

MIS RUTAS

 

©  Cheluy -Sera 2006