Ruta 099

Vaya al Contenido

Menu Principal

Ruta 099.-De Sasa del Abadiado a San Cosme y San Damian



Ruta 099.-De Sasa del Abadiado a San Cosme y San Damián
San Cosme es un eremitorio que cuenta con un conjunto de ermitas, algunas de ellas en estado ruinoso, entre las que destaca la rupestre que le da nombre, ubicada al abrigo de una impresionante visera rocosa y adosada  al conjunto de la casa del ermitaño y la casa palacio de los Duques de Villahermosa. Por otra parte, Vadiello es lugar idóneo para ver el distinto efecto de la erosión sobre el  conglomerado (Mallos de  Ligüerri, San Cosme y El Huevo) y la caliza (Pico del Borón, Fragineto). Así mismo es una zona donde se concentra la nidificación de numerosas aves rupícolas, por lo que es fácil la observación de quebrantahuesos, buitres leonados o alimoches. Excelente representación de carrascal mediterráneo (El Plano).
El 4 de febrero de 2013 llevo un total de 7.965 kilómetros.
La ruta de hoy comienza en Sasa del Abadiado(en aragonés Sasa de l'Abadiato) es una localidad de la comarca Hoya de Huesca que pertenece al municipio de Loporzano del que dista, 3 kilómetros.; El emplazamiento de Sasa del Abadiado es pintoresco, entre viñas y olivares, junto a los arroyos Ripa y Prieto, en el centro mismo del antiguo abadiado de Montearagón, circunstancia ésta que le valió tomar su actual apellido, pues hasta el siglo XVIII era conocido como Sasa simplemente.
Sitúa su caserío a una altitud de  607 metros.; . A mediados del siglo XX contaba con 50 casas, 25 vecinos y 161 almas, y llegó a reunir los cuatrocientos habitantes en 1900. Tenía una  población de 57 habitantes en 1980; 44 habitantes en 1991;  y 33 habitantes en  el año 2011.Capital del antiguo término municipal de su nombre y que hoy se integra en el de Loporzano. Fue sobrecullida, vereda y corregimiento de Huesca. Pertenecía al Castillo de Montearagón en 1279. Aunque la iglesia perteneció a Montearagón ya en el siglo XIII, el lugar era de Inés Alonso de Castelnovo el 1 de Abril de 1387, y en el siglo XVI, de Francisco Mendoza. La población del siglo XIII era morisca en su totalidad. La baronía de Sangarrén ostentó el señorío de manera efectiva y prolongada. El núcleo urbano se agrupa en torno a una plaza que presenta dos niveles. La mayor parte de los edificios son del siglo XIX, construidos a base de sillarejo, tapial y ladrillo.
Algunas viviendas se ven sensi
mente renovadas. La iglesia parroquial fue levantada en los siglos XVI - XVII y está dedicada a Santa María. Dispone de una sola nave con capillas en los laterales, cubierta en su mayor parte por bóveda estrellada. La torre consta de tres cuerpos y chapitel y es de la misma época que la iglesia, aunque en ella se aprecian algunos restos románicos, prueba evidente de que hubo una construcción anterior sobre la que se edificó la actual.
Sasa del Abadiado celebra sus fiestas el 23 de Mayo, y el primero de ese mismo mes y el 16 de Julio peregrina a la Virgen del Viñedo, en el término de Castilsabás.
Los vecinos mencionan una fuente, la de La Cueva (de la "Queva" dicen los mayores), en la que fluyen unas aguas minero-medicinales, especialmente indicadas para las enfermedades de la boca. También refieren la característica de que estas aguas "están frías en verano y calientes en Invierno"; lo que puede hacer pensar que sean aguas isotermas. Añaden que esas aguas abren el apetito y que las hortalizas que son regadas con ellas, desarrollan un considerable tamaño.

Hay un linaje de los Sasa, correspondiente a familia infanzona radicada en el pueblo de su apellido y documentada desde 1626. Sus armas heráldicas consisten en un escudo partido en jefe de gules, y el resto, de oro, con una lisa de sable.

En el kilómetro 2.92 me desvío  por la izquierda, para dirigirme a la Ermita de Nuestra Señora del Viñedo.
En el kilómetro 3,20 paro ante un peirón, hay una placa que leo con dificultad que dice: Apariciones 1086. Restaurado 1976.
En el kilómetro 3,52 llego a la Ermita de Nuestra Señora de las Viñas. Aquí también se encuentra la Oficina de Información de la Sierra  y Cañones de Guara.
La Ermita de Nuestra Señora del Viñedo, antiguamente llamada “ermita de la Virgen de la Viña”, se localiza en un paraje llano, rodeada de campos de olivos. El actual templo fue construido a principios del siglo XVIII utilizando como materiales principales la piedra sillar y el ladrillo. Presenta planta de cruz latina con capillas laterales y está cubierta con bóveda de lunetos mientras que en el crucero hay una cúpula sobre pechinas. La torre se adosa a la fachada, es de dos pisos, albergando el segundo de ellos el cuerpo de campanas. El acceso se realiza a través de portada sencilla en arco de medio punto formado por  tres arquivoltas. En su interior se custodia la imagen de la Virgen del Viñedo y unas curiosas pinturas populares de la Virgen acompañada de Santa Lucía y Santa Bárbara.
El origen del santuario es anterior a la construcción que contemplamos  en la actualidad ya que la ermita pertenecía al abadiado de Montearagón desde el año 1.092, momento en el que reinaba Sancho Ramírez.
El rey aragonés Sancho Ramírez, construyó una fortificación en lo que actualmente es el castillo de Montearagón. Asociado a esta fortificación, conjugando el carácter militar con el religioso, el rey fundó un monasterio de canónigos regulares bajo la regla de San Agustín y con la presencia de una Abad. El Abadiado fue adquiriendo un gran número de territorios llegándose a poseer en el siglo XV términos tan alejados como son Angüés y Biscarrués. Pese a haberse ido desprendiendo de algunos de sus territorios, su gran poder y extensión se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal en 1835.
La primera referencia de este lugar se debe a la aparición de la Virgen a un niño pastor de Castilsabás que, según la tradición, tuvo lugar a principios del siglo XI. La Virgen mandó al niño, llamado Matías Guevara, que avisase de su aparición a todos los vecinos de Castilsabás, y para que fuese creído le dio como señal que tendría unida la palma de la mano derecha a la mejilla sin que nadie se la pudiese separar hasta que fuera creído, como así sucedió. Los vecinos fueron en procesión con los pies descalzos a donde les dijo el niño, y en el mismo lugar levantaron una pequeña ermita.
Otro hecho importante ocurrió en el siglo XII cuando la Virgen concedió un favor a los pueblos del abadiado de Montearagón. En el año 1101 se propagó una enfermedad mortal entre los recién nacidos llamada garrotillo que hizo que casi no quedaran niños en la zona. Los habitantes de esta zona se reunieron con el Abad Jimeno de Montearagón y llevaron a cabo una procesión y una misa en El Viñedo. Rogaron a la Virgen que terminara la epidemia y al poco tiempo ésta cesó. Los vecinos a partir de ese momento hicieron voto de ir todos los años en procesión a la ermita.
En el Viñedo la principal romería tiene lugar el día 1 de mayo, cuando los doce pueblos del antiguo abadiado de Montearagón llegan en romería para cumplir el voto que le prometieron la Virgen por haberles concedido el favor de acabar con la epidemia de garrotillo. Estos pueblos son Castilsabás, Santa Eulalia la Mayor, Ayera, La Almunia del Romeral, Sasa del Abadiado, Barluenga, Loporzano, Chibluco, Bandaliés, San Julián de Banzo, Sipán, y Loscertales.
Este día las cruces parroquiales de los doce pueblos se juntan en la capilla del cruce de caminos y van en procesión juntos hasta la ermita, donde se celebra la misa. Una atenta mirada a las losas que rodean la piedra del molino situada en el centro de la explanada permitirá descubrir los nombres de estos pueblos.

Terminada mi visita me dirijo por la R-6 al molino aceitero, al que llego con 3’67 kilómetros.
El edificio que alberga la almazara es una sencilla construcción de tapial sobre zócalo de sillería y con piedra sillar reforzando las esquinas y los muros, cubierto con un tejado a una sola vertiente. La amplia puerta de acceso se sitúa en el centro del edificio facilitando con este tamaño la entrada de los carros cargados de olivas.
En su interior se conserva la prensa de viga, la muela, los algorines, piletas, canalillos y desagües necesarios para llevar a cabo todo el proceso de elaboración del aceite. Una vez recogidas las aceitunas llegaban al molino y se almacenaban en unos depósitos rectangulares, llamados algorines, reservados para los vecinos  que compartían la explotación del molino y cuyos nombres todavía se conservan en unos azulejos. Las olivas eran introducidas en la muela que era empujada con la  ayuda de un animal mula o asno, que giraba en torno a la balsa de moler moviendo la piedra que trituraba las aceitunas. La pasta obtenida se colocaba en unas esteras circulares de esparto que eran aplastadas una encima de la otra y así sacar el aceite.La prensa del molino de Castilsabás es una estructura realizada en madera cuya viga central mide 12 metros de longitud. Funcionaba como si fuera una gran palanca cuyo mecanismo era accionado por una gran piedra situada en la parte posterior llamada quintal y que hacía de contrapeso, que era elevada mediante una viga de madera en forma de torno llamada usillo o caracol. A medida que los operarios hacían hacian girar el husillo la piedra quedaba suspendida y de esta forma  se hacia  fuerza y se aplastaban las esteras en el otro extremo de la viga. El aceite corría por unos canalillos situados en la base. Después del prensado el aceite se dejaba reposar en unos depósitos llamados pilas de decantación y así las impurezas quedaban al fondo de las pilas.

En el kilómetro 4,25 salgo de nuevo a la carretera.
En el kilómetro 4,40 paso por Castilsabás a la derecha y Santa Eulalia la mayor a la izquierda.
En el kilómetro 8,66 aparece el primero de los túneles.
En el kilómetro 11,18 paso por el refugio de Vadiello situado a 725 metros de altitud.
En el kilómetro 13 llego al Pantano de Vadiello. Este embalse se encuentra entre Nocito y Santa Eulalia La Mayor. Construido en 1971, almacena el caudal del río Guatizalema abasteciendo de agua potable a la Ciudad de Huesca (Por lo que está prohibido acceder al agua) y regando algunos términos municipales por los que discurre. El pantano inunda el desfiladero que abre el río Guatizalema para atravesar la sierra, al pie de unos enormes mallos cuajados de buitreras. En su fondo anegado por las aguas se oculta “la cueva de la mora”, que no es otra que  “Morgana”, la reina de leyendas célticas, que las noches de luna llena emerge entre resplandores de sus aguas.
Mientras me alejo del muro de la presa, mejor contemplo Los Mallos de Lazas, que a su vez forman parte del conjunto de los Mallos de Ligüerri que componen un macizo rocoso de conglomerados que alberga un ecosistema rupícola en el que destaca una gran concentración de aves rapaces  propias de este medio. Ejemplo de esos mallos son El Puro, La Mitra o el Pico de San Jorge, con desniveles verticales de más de 300 metros. Al Norte de estos farallones de conglomerados se extienden los macizos calizos entre los que destacan los picos de El Borón, Mondinero,  Fragineto,  Corcurezo, Arnabón y El Tozal de Guara. En estos macizos puede observarse una estratificación vertical o cuasi vertical, a diferencia de la disposición horizontal de los estratos en los mallos de conglomerados, lo que indica que el plegamiento alpino de las calizas es anterior a los depósitos que dieron lugar a los mallos.
En el kilómetro 14,99 llego a la  Ermita de La Santa Cruz  situada a la izquierda de  la pista y a escasos metros de la misma. Es muy pequeñica, cuadrada y abierta sus cuatro lados por arcos  Aquí me encuentro a 835 metros de altitud.
Sigo subiendo hacia el alto de La Carrasca, a 952 metros de altitud,  por una pista que empeora por momentos. Al llegar al alto tomo la pista de la izquierda. Desde aquí tengo una excepcional vista panorámica del emplazamiento  de san Cosme y San Damián. Arrimadas a los conglomerados que entierran las calizas de Guara, presentes en las herméticas formaciones de monjes sentados que ribetean Montidinera. Debajo yace el santuario, en otro paisaje melancólico y recatado donde los cipreses visten de largo al roquedo. Y en un rincón la ermita, repleta de flores secas y olor a cirios ardidos.
Enseguida la pista inicia el descenso hacia el santuario, jalonada por un ramillete de templos levantados en los siglos XVIII y XIX, primero la ermita de Fabana, de San Gregorio y en otro recodo del camino la de los santos.
Con idéntico patrón plantaron las de San Úrbez y San Miguel, último solar santo antes de arribar al santuario.
En el kilómetro 18,50   en pleno descenso en una curva muy pronunciada  se encuentra Ermita de la Virgen de Fabana.
En el kilómetro 18,65  paro ante la Ermita de San Gregorio
En el kilómetro 18,81 paro en la Ermita de Fuente Santa de San Cosme y San Damián. Tras ella brota la fuente Santa, a la sombra de una higuera “a las que llegan enfermos que al lavarse quedan sanos”, especialmente los niños quebrados que ya lavados cuelgan las vendas en la higuera y vuelvan alegres a sus casas” (1892). Esta fuente nace en una roca.
En el kilómetro 18,91 paro en la  Ermita de San Urbez.
En el kilómetro 19  paro en  las ruinas de la Ermita de  San Miguel.
En el kilómetro 19,26 llego al Santuario de  San Cosme y San Damián. Todo el recinto está cercado, en su interior me recibe una gran   plaza, en cuyo frente se alza la casa ducal. A mediodía las huertas y una hermosa fuente renacentista de tres caños bajo arco de sillería; la fuente de la Huerta cubría las necesidades de riego, allí sesteaban olivos, almendros y nogales, regalo de un terrazgo fecundo a la tenacidad  humana.

Los mártires, San Cosme y San Damián eran hermanos gemelos, nacidos en Arabia, y médicos de profesión, siendo los patrones de los médicos y cirujanos. Estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran fervientes cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios, por eso se les conoció en el oriente entre los santos llamados colectivamente “Los sin dinero”.
Es posible que las reliquias de los santos fueran tr5aidas desde Francia, con el paso del tiempo alcanzaron gran fama, hasta el punto que en 1396 se fundó en Huesca una cofradía que, bajo su advocación, fue auspiciada por el rey de Aragón Martín.
El conjunto de edificios de San Cosme y san Damián se encuentran dispuestos en torno a una plaza rectangular, apoyados en su parte norte por el muro de conglomerado calizo propio de la zona. Adosada al santuario se encuentra la hospedería de peregrinos donde se hallaba “el cuarto del peso” con una gran balanza suspendida del techo, y destinada a pesar a los sanados por los santos, los cuales debían entregar al santuario, en agradecimiento su peso en trigo.
Existen numerosas construcciones religiosas y obras de arte realizadas en honor a los santos médicos. Un ejemplo lo encontramos en Burgos, en el Museo de la Real Colegiata de San Cosme y san Damián de Covarrubias, donde se muestra el magnífico cuadro del Pintor Pedro Berruguete “El milagro de San Cosme y San Damián” en el que se le muestra transplantando a un enfermo la pierna de un criado que acaba de fallecer.

De regreso fotografío a unos escaladores en las paredes de Vadiello
En el kilómetro  37,34 llego a Sasa del Abadiado.

Las fotografías aparecen por orden de ruta.
Serafín Martín.
Fuentes propias y:
Artículos literarios del Alto Aragón  nº 92, año 2006. * Alfonso Zapater: "Aragón pueblo a pueblo".

Santuarios y ermitas rupestres del Alto Aragón. nº 4.Edita PRAMES.


Regreso al contenido | Regreso al menu principal