|   | 
| 
 | 
 | 
	
	Ruta.-Épila, Santuario de Nuestra Señora de Ródanas.
	El 
	9 de Octubre de 2010 llego a la localidad de Épila con un total de 4862 
	kilómetros.
	
	Salgo de Épila por el 
	
	Puente viejo levantado sobre el río Jalón en la celtíbera Segontia, 
	actual Épila, durante el siglo II d. C.
	
	Con 1´50 paso por el barrio de San José, e inmediatamente por un túnel del 
	ferrocarril Zaragoza Madrid.
	En 
	el kilómetro 2 paso junto al desvío que se dirige a los barrios Cabezo 
	Blanco y barrio Ródanas.
	En 
	el kilómetro 2´77 paso por debajo de las vías del AVE Zaragoza Madrid, y 
	aquí se acaba la pista asfaltada.
	En 
	el kilómetro 10´50 cruzo la carretera “del desierto” que viene de Pedrola y 
	se dirige a la Almunia de Doña Godina y cariñena. Desde este punto me 
	separan tan solo 6 kilómetros de mi destino.
	En 
	el kilómetro 14´73 cruzo el Barranco de la Virgen.
	En 
	el kilómetro 16´63 kilómetros llego al Santuario de Nuestra Señora de 
	Ródanas.
Por fin llego al 
	Santuario de Ródanas situado a 600 metros de altitud, por donde 
	 pasaba 
	el itinerario romano de Caesaraugusta a Mérida. Aquí se han hallado dos 
	supuestas fundiciones de hierro y restos de cerámica ibera y romana.
En el año 2005, este barrio de Épila solo contaba 
	con un único habitante.
	
	El santuario consta de un conjunto de edificaciones entre las que 
	destacan la iglesia, la hospedería y algunas viviendas. En el siglo XVI ya 
	se documenta la existencia de la ermita. Más tarde se construyen nuevas 
	edificaciones, como hospederías, que irán ampliando el conjunto durante los 
	siglos XVII y XVIII. A pesar de sufrir un incendio durante la Guerra de la 
	Independencia, el conjunto ha llegado hasta nosotros bien conservado. 
	En el santuario encontramos zonas de recreo, un 
	bar-comedor y el entorno de los montes de Rodanas, ideales para realizar 
	excursiones. 
	
	De lo que fuera un poblado con una serie 
	de construcciones: horno, 
	fragua, molino, graneros y 
	paridera, solamente queda en pie un conjunto de edificios en torno a una 
	gran plaza. Esta plaza tiene planta ligeramente rectangular y está abierta 
	por el lado sur. El lado norte lo ocupa la iglesia; en el ala del este se 
	localiza la hospedería y en el Oeste hay algunas viviendas: una de ellas 
	tiene un reloj de sol en la fachada fechado en 1703, con la inscripción:”A 
	solis ortu”.
	
	La portada de la hospedería es de 
	alabastro, con arco poligonal y la inscripción en la clave: Año 1715, en el 
	interior de la misma, junto a la escalera hay una columna poligonal 
	de principios del siglo 
	XVI. Todos estos datos hacen pensar que si bien habría alguna edificación en 
	el siglo XVI, a principios del XVIII sufrió una profunda remodelación. La 
	iglesia es un edificio de mampostería, de una sola nave de cuatro tramos, 
	cabecera recta, capillas laterales comunicadas 
	entre sí y coro alto a los 
	pies. Al exterior hay una espadaña con campana en el lado este, bajo la que 
	hay un óculo de piedra. La portada actual es de alabastro, con forma de 
	medio punto, con una hornacina sobre la clave con el anagrama de María y una 
	pequeña escultura de la Virgen.
	El retablo mayor se ubica debajo de la bóveda de crucería de la 
	cabecera: es de madera con decoración de hojarasca. Una hornacina cobija una 
	bella talla de la Virgen de Ródanas, en alabastro `policromado, fechada en 
	1546. Es una bella imagen de la Virgen, que según la leyenda se apareció a 
	un pastor. La talla lleva pintadas en el manto siete flores de lis, que 
	representan según la tradición, a los siete pueblos convecinos de Épila: 
	Mesones, Nigüella, Tabuenca, Lumpiaque, Salillas, Rueda y Calatorao. Hay 
	otros retablos de interés y varios lienzos barrocos.
	
	El retablo de San Juan Bautista tiene un lienzo del titular, en una 
	mazonería de madera dorada con columnas salomónicas ornamentadas con vides y 
	pájaros del siglo XVII. El de San José tiene una mazonería del mismo estilo, 
	con un lienzo de la Inmaculada y San José con el niño. 
	La romería al santuario de Rodanas tiene lugar el lunes de Pentecostés. En 
	este mismo lugar se firmó un documento, allá por el 1700, sobre derechos de 
	pastos entre los vecinos de Épila y los de Mesones de Isuela. La ceremonia 
	se repite todos los años: cuando suena la primera campanada de las doce, los 
	de Mesones entregan tres gallinas y doscientas pesetas al Ayuntamiento, 
	según lo pactado hace siglos.
	
	Me dirijo a un altonazo donde está el Peirón de La Virgen de Ródanas.
	
	
	
	Este peirón indica el punto exacto donde se produjo la aparición de la 
	Virgen. Anteriormente fue de ladrillo y mortero, pero luego en la 
	restauración, lo recubrieron con piedras de la zona. Desde este punto tengo 
	una hermosa panorámica del santuario y su entorno.
	
	
	
	Desde 
	el Peirón me dirijo a visitar la Carrasca centenaria de Ródanas, que está a 
	unos 600 metros del santuario, por el camino a Nigüella que discurre entre 
	los olivos. Este hermoso árbol que puede soportar climas extremos, es de 
	corteza gris oscura y agrietada, hoja perenne, dentada y de distinta 
	tonalidad en el haz y envés. Las de la parte inferior suelen ser más 
	pinchosas. El fruto es la bellota, que alimenta numerosos animales y también 
	fue aprovechada en tiempos de hambruna para la obtención de harinas y 
	fabricación de “tortetas de bellota”.
	Su madera es de buena calidad, dura y duradera aunque difícil de 
	trabajar. Se utilizaba para la elaboración de aperos y desde siempre ha sido 
	muy apreciada como combustible y para producir un buen carbón.
	Dado que la corteza es muy rica en tanino, también ha tenido a lo 
	largo de la historia usos como curtiente para pieles y colorante para lanas. 
	Fue considerado en la antigüedad como árbol sagrado, incluso en la Edad 
	Media fueron notables el número de apariciones de vírgenes en estos árboles 
	de los que hasta sus cenizas tenían poderes mágicos, curativos y protectores 
	de las plagas de los campos.
	La carrasca de Ródanas, que estoy contemplando tiene peculiaridades 
	respecto a otros ejemplares. Su tronco se divide en dos desde la base. A 
	diferencia de otras carrascas, esta se caracteriza por tener una copa de 
	mayores dimensiones y menor altura (algunas carrascas llegan a medir 20 
	metros de altura y 40 metros de sombra) Conviene recordar que el tamaño del 
	tronco de un árbol reflejas su edad que, en el caso de las carrascas puede 
	ser mayor que la de los olivos.  
	La bellota de la carrasca se llama en aragonés “Lezina”. De aquí 
	viene el otro nombre común de este árbol, lezinera.
	Desde la Carrasca, y ante la amenaza de lluvia decido regresar, 
	llevando tan solo 18´85 kilómetros.
	Entro a Épila por la finca La Viñaza, con 35´22 kilómetros.
	Las fotografías aparecen por orden de ruta.
	
	Serafín Martín.
Colección Rutas CAI - Nº 33 
	
	
	Valdejalón Edita 
	CAI – PRAMES.
	
	Página de los peirones de Aragón. http://usuarios.arsystel.com.
© Cheluy -Sera 2011