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Ruta 017.

Saviñán, Embid de la Ribera, Huérmeda, Bílbilis.

 

El 10 de febrero de 2007 llego a Saviñán. Lo primero que visito y que está a la entrada del pueblo es la ermita dedicada a San Roque, además de esta saviñán posee otra en honor a San Blas. Desde aquí desciendo al pueblo.

Villa de la provincia de Zaragoza situada en el valle del Jalón, pertenece a la Comarca de Calatayud. Posee una. Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de estilo mudéjar del siglo. XVI, y portada barroca, saliendo del pueblo en dirección a embid  veo un templo cerrado al culto que se conoce como ermita de la Señoría, aunque fue erigida en honor a San Miguel. Al lado de esta iglesia cruzando el río está el homenaje al olmo en forma de  poesía incrustada en cerámica. Como edificios civiles destaca el palacio de los condes de Argillo, donde se dice que se conserva la cabeza del Papa Luna. Existen varios edificios donde predomina el estilo renacentista aragonés. El lugar fue reconquistado por Alfonso I el Batallador a los musulmanes en el 1120. Sin embargo, existió durante varios años un barrio de La Morería, habitado por los vasallos de los Luna. Se tiene documentación de que en dicho barrio existió una mezquita morisca. Saviñán es conocido también por sus excelentes cultivos frutales y por la fama de sus olivas, "olivas negrales de Saviñán".

Me dirijo a Embid de la Ribera por una buena carretera sin apenas tráfico, en la lejanía a la izquierda de la marcha, diviso Paracuellos de la Ribera, a partir de aquí la carretera comienza a entrar serpenteando  en un estrecho valle, por donde discurre el Jalón encajonado entre montañas, y a sus pies unos pequeños huertos regados por sus aguas, una vista maravillosa .paralela a la carretera discurre el ferrocarril Madrid Zaragoza.

Embid de la Ribera es una localidad situada en la margen izquierda del río Jalón, Se accede hasta Embid por la estrecha carretera que desde Saviñán  se dirige  hasta Huérmeda y sigue hasta   Calatayud.

 

Al entrar en “los desfiladeros del río Jalón” es el río quien da protagonismo a la zona al atravesar las serranías de la Cocha, enclavadas dentro del sistema Ibérico, erosionando calizas, pizarras y cuarcitas en forma de espectaculares hoces  con grandes cortados. En este tramo del río discurre de forma sosegada entre pequeñas huertas y acompañado de chopos, álamos, sauces, tamarices, recibiendo aguas abajo del casco urbano, el aporte, el aporte de su afluente el Ribota en un paraje de gran belleza. Las formaciones de ribera de las orillas acogen a gran cantidad de especies de aves, patentes sobre todo en primavera cuando más se deja oír el canto de carboneros, herrecillos, oropéndolas y torcecuellos; las gallinetas de agua y ánades reales son seguidas por sus pollos, y el destello azul del pequeño martín pescador se hace patente al ir en busca de pequeños pececillos con los que alimentar a su prole. No es difícil encontrar en las orillas embarradas del río, los rastros en forma de huella de unos cuantos mamíferos como el erizo, la gineta, el tejón o la escasa y huidiza nutria.

Por este hermoso desfiladero llego a Embid de la Ribera que se agazapa en el regazo soleado de una vertiente que mira al sur y al sol naciente, muy cerca de uno de los puntos más estrechos del desfiladero. Aquí, puentes, carreteras, viaductos y vías férreas parecen luchar por encontrar sitio como lo haría un brazo para entrar en una prenda por una manga que resulta demasiado estrecha para su volumen. Sin embargo, los túneles y los puentes no logran perturbar la paz del lugar. Desde la ermita ruinosa que corona un otero frente al pueblo, al otro lado del Jalón, el paisaje de Embid se presenta como la imagen misma de la paz rural: el caserío blanco y terroso en la ladera, entre la vertiente áspera y el verde angosto de la vega donde Jalón camina rumoroso, parece dormir ajeno al paso del tiempo y de los ferrocarriles que, allí mismo, rugen al adentrarse en las entrañas de los montes.
Tiene una iglesia dedicada a una rara patrona: Nuestra Señora de los Dones, ¡Cómo no
en lo más alto del pueblo! que cuenta con varios retablos son de los siglos XVI y XVII, también conviene reparar en su curiosa pila de agua bendita de barro cocido.

Están cogiendo las peras en Embid, y un vecino muy amable me dio varias para el camino, que muy gustoso me comí,¡estaban deliciosas!

Sigo mi viaje hacia  Huérmeda por este valle maravilloso, atravieso varias veces, las vías del ferrocarril Madrid Zaragoza, y veo desde un monte la central eléctrica de Embid de la Ribera, muy cerca ya de Huérmeda.
Entro en Huérmeda por la ermita de San Roque y me quedo maravillado de la estampa que contemplan mis ojos. Emplazado en la orilla del Río Jalón, el barrio de Huérmeda, disfruta de una situación privilegiada, al constituirse como puerta de entrada del espacio natural denominado como “los desfiladeros del río Jalón” que es por donde he venido desde Saviñán. De Embid a Huérmeda me separan 18 kilómetros.

Huérmeda  es una pedanía de Calatayud del que dista unos 5 kilómetros, tuvo fama antaño de ser un barrio de lavanderas, debido a que la mayoría de las mujeres allí residentes se dedicaban a tal menester, pues manantiales no faltaban. El casco urbano, muy bien cuidado, se asienta en la margen derecha del río, en la parte baja de la antigua ciudad romana de Bílbilis,  (a la que iré desde aquí) cuna del mas insigne de sus hijos, Marco Valerio Marcial. A la entrada del mismo, que tiene las características de un pueblo casi serrano pues esta en las laderas de la sierra de Vicor, existe una fuente de aguas muy apreciadas de la que relleno los bidones. Frente, en el monte más alto que se levanta al otro lado del río, se encuentra la ermita de San Paterno, que llevó el Evangelio hasta estos lugares y al que Huérmeda tiene por patrono y profesa una gran devoción. Su Iglesia de San Gil con torre de estilo mudéjar, nave única con capillas entre los contrafuertes y ábside poligonal, cubierta con falso techo donde antes debió haber una bóveda.

 

Los cielos de Huérmeda son sobrevolados  de forma permanente por los buitres leonados que nidifican en los cortados próximos. Mucho más discretas aparecen otras  aves acompañándolas en los cortados como el Alimoche que  acude cada primavera para reproducirse y que pasa el invierno en el Continente Africano, o el pequeño pajarillo como es el acentor alpino que al contrario que el Alimoche abandona en el invierno las altas cumbres pirenaicas donde se reproduce, y fiel a la cita pasa el invierno alimentándose de pequeños insectos que captura entre los cortados.

Por último destacar otra impresionante ave como el Búho Real, la mayor de las aves rapaces nocturnas europeas. Entre la vegetación de las sierras que rodean a Huérmeda destaca una especie que pese a su pequeño tamaño y apariencia discreta encierra una gran importancia por tratarse de una planta catalogada como “en peligro de extinción” a nivel nacional y autonómico: se trata de la Centaurea pinnata, un endemismo de esta parte del Sistema Ibérico Zaragozano, no descrita en ningún otro lugar del mundo. La riqueza natural en especies de flora y fauna del entorno de Huérmeda, la ha hecho merecedora de formar parte de la Zona de Especial Protección para las Aves de “los Desfiladeros del Río Jalón” y de “Lugar de  Interés Comunitario”

Parto al yacimiento de Bílbilis y a unos 300 metros en dirección a Calatayud está el desvío bien señalizado a la derecha del yacimiento arqueológico, aunque los primeros cientos de metros son de una rampa en ascenso brutal, al terminar esta hay una llanura donde hay un centro de interpretación del yacimiento ¡que por supuesto está cerrado! Aquí termina el asfalto, hay una zona de aparcamiento de vehículos ya que los visitantes tienen que llegar al yacimiento andando, yo sigo en la bici, y de verdad que el esfuerzo mereció la pena.

La ciudad de Bílbilis, situada en la confluencia de los ríos Jalón y Ribota, controlaba uno de los tradicionales accesos del Valle del Ebro a la Meseta Central. Esta ruta natural se  convirtió en una de las principales vías de penetración romana hacia el interior de Hispania, primero con un carácter eminentemente militar y posteriormente económico, al unir dos de las principales ciudades romanas de la Península, Caesaraugusta (Zaragoza)y  Emérita (Mérida). Mencionada por autores clásicos: Estrabón, Plinio el Viejo, Ptolomeo, Ausonio y Justino, así como por San Isidoro y en el Anónimo de Rabean del S.-VII. Fueron constantes las referencias a su ubicación, fisonomía y estatus, así como a su riqueza en armas, caballos, ferrerias, su fértil vega, auríferas aguas, etec.

La ciudad de unas 30 hectáreas de extensión, ocupa una montaña con dos cumbres. Bámbola (712 metros) y San Paterno (704 metros) y el pequeño cerro de Santa Bárbara (632 metros).

La peculiaridad de la orografía confiere al conjunto un aspecto abrupto de inexpugnabilidad que debió ser un factor importante a la hora de elegir este lugar. La Bílbilis romana se levantó sobre un pequeño asentamiento indígena anterior. Se edificó aplicando un programa constructivo nuevo y moderno que supuso su transformación urbana en época de Augusto, con la intención de promocionar ciudades cuyo modelo, fuese Roma, pasando a ostentar casi inmediatamente el estatus jurídico de municipium romano.

La ciudad se edificó en terrazas adaptadas al terreno lo que llevó al poeta bilbilitano Marcial (38/41 d.C.-104 d.C.) a refrirse a ella como altam Bilbilun, pendula tecta pendentem scopolis.

Bílbilis se convirtió en una ciudad provincial que  jerarquizaba toda la comarca, acuñando moneda propia durante los reinados de Augusto, Tiberio, y  Calígula, dotándose de los elementos necesarios para desarrollar su función: un foro formado por una gran plaza porticada, basílica y curia, presidido todo ello por un templo, completando el conjunto numerosas tabernae (tiendas). Con estos edificios quedaban cubiertos los aspectos administrativos, judiciales, religiosos y económicos de la comarca, mientras un teatro con aforo para 4.500 espectadores cubría el lúdico.

Las infraestructuras de la ciudad se completaron con una compleja red hidráulica a base de cisternas que distribuían el agua a todos los sectores urbanos y conjuntos termales, uno de los cuales está excavado en su totalidad, embelleciéndose el municipio con ninfeos y fontanas (fuentes) calles enlosadas y pequeños templos.

También se erigió, por el prestigio que ello suponía, una muralla que se adaptaba al terreno con baluartes y torres de apoyo, vigilancia y defensa, con tres puertas monumentales de las que dos eran para carruajes y una peatonal.

La urbanización de la ciudad se prolongó durante los reinados de Tiberio y Claudio, momento  en el que debieron terminarse los edificios públicos, por lo menos en sus elementos básicos. Se efectuaron pequeñas reformas en época Flavio, con un nuevo impulso urbano durante el reinado de Trajano, momento en el que se ejecutaron amplias remodelaciones tanto en el foro, teatro y termas, como en los edificios privados.

En estos momentos alcanzó el municipium su fase de apogeo.

De la segunda mitad del S.II se aprecia un estancamiento en el desarrollo de la ciudad, que aumentará durante los siglos III y IV entrando Bílbilis en una progresiva y acentuada decadencia de la que ya nunca se recuperará. Los edificios públicos pierden su función al convertirse en viviendas y almacenes, abandonándose amplias zonas de La ciudad.

En el S.V y sobre todo en el S VI, la Bílbilis que Marcial llegó a comparar con la mismísima Roma, no será más que un recuerdo y cantera inagotable de materiales de construcción, primero para la Calatayud musulmana y posteriormente para la cristiana. Será en los siglos XVII y XVIII cuando se alcance el mayor volumen de piedra extraída , desmantelándose los edificios públicos, en algunos casos hasta sus mismas cimentaciones y empleándose en la edificación de la mayor parte de los edificios monumentales de Calatayud: Seminarios nobles, Antiguo colegio de los jesuitas (Actual sede de la UNED) ,San Juan la Real , etec.

El foro de Bílbilis es el centro neurálgico de la ciudad en el que se reunían los ciudadanos para recibir y dar noticias, efectuar transacciones comerciales  y para estar al tanto de la vida política local. De ahí que, en torno a una gran plaza, se situasen los edificios, administrativos (curia), judicial (basílica) y religioso (templo), así como una serie de tiendas (tabernae), que hacían de este complejo el principal lugar cívico de la ciudad:

El foro de Bílbilis está situado en el centro de la ciudad, en el cerro de Santa Bárbara, nombre que procede de la ermita, hoy desaparecida, habilitada durante la Edad Media en una cisterna. Las excavaciones se iniciaron en 1971 pero fueron precedidas por una serie de pequeños sondeos efectuados por Narciso Sentenach en 1917 y Adolfo Schulten en 1933.

Desde el comienzo de los trabajos se apreció la endémica carencia de materiales constructivos. Desaparecidos ya los elementos arquitectónicos nobles (columnas, capiteles, molduras, sillares labrados) las extracciones alcanzaron en algunos casos hasta los cimientos de los edificios principales para su reutilización posterior en numerosos edificios de Calatayud.

El hecho de la presencia de un conjunto público de tipo forense en Bílbilis debe asociarse sin duda, a su transformación desde la condición de ciudad indígena a la de municipium en época de Augusto, concibiéndose como el elemento central y principal de una ciudad provincial que pretende configurarse “a la romana” de la forma más completa posible.

La construcción de foro se inicia en época de Augusto sobre una serie de estructuras anteriores del S-I a.C; que ocupaban un pequeño cerro con afloramientos de roca, por lo que fue necesario efectuar costosas obras de aterrazamiento .Los trabajos continuaron hasta el reinado de Claudio a mediados del S.-I d. C, momento en el que el conjunto debió tener ya concluidos los edificios básicos, como se desprende de la aparición junto al templo de una inscripción dedicada a Tiberio en el año 29 d. C, por parte de L. AEMILIVS, ciudadano bilbilitano que debió costear parte de los gastos de su construcción.

Después de una crisis económica que se aprecia por igual en toda Hispania, se efectuasen modificaciones en época de Trajano a inicios del S.II. La principal fue la reforma del templo, transformándose en edificio hexástilo del que se conservan tan sólo parte de sus cimentaciones.

Las termas bilbilitanas están situadas entre los cerros de Bámbola y San Patermo y constituyen uno de los varios complejos termales con los que debió contar la ciudad. Su excavación comenzó en 1972 y finalizó en 1988.

El edificio que contemplo corresponde a una segunda fase de ampliación y distribución de espacios y funciones de las salas, modificándose la planta de las termas primitivas. Presenta una planta sencilla con una sucesión lineal de las estancias, manteniendo el esquema típico tardo-republicano de un único recorrido de ida y vuelta, distribución similar a la que presentan los edificios termales de numerosas ciudades hispanas.

El acceso se efectuaba desde la terraza inferior mediante una escalinata a la que seguía un pasillo acodado que conducía al apodyterium (vestuarios) del que se han conservado las hornacinas para el depósito de la ropa y útiles personales. Desde  esta estancia se accedía al frigidarium (sala fría) que contaba con una piscina. Luego se pasaba al tepidarium (sala templada) y de ahí al caldarium (sala caliente) mayor que la sala anterior y con una piscina revestida de mosaico. Al norte del caldarium se situaba el labrum (sala de reposo con fuente). Se completaba el edificio con un hipocaustun (sistema de calefacción) el praefumium (horno) y las letrinas.

 

Las fotografías aparecen por orden de ruta:

 

Serafín Martín:

 

Fuentes propias y: www.redaragon.com; www.todopueblos.com

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©  Cheluy -Sera 2008